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Política Nacional

El falso profeta

Javier Milei no oculta su simpatía con el bloque protestante sajón, mucho menos con los lineamientos geopolíticos israelíes. Tampoco es casual que esta semana le haya dado una entrevista al operador mediático reaccionario, Tucker Carlson, agente del ex presidente de Estados Unidos Donald Trump, al que el libertario le copia el estilo de confrontación discursiva. Su diatriba anti papal está adherida a la unipolaridad republicana que profesa la libertad de mercado pero no la libertad política. Los dichos del candidato presidencial de La Libertad Avanza contra el Papa Francisco le abrieron un frente interno que lo pone en una situación incómoda. Su jefe político y económico, Eduardo Eurnekian, en las últimas horas le dejó un mensaje público explícito. Milei no tiene margen para moverse a su gusto, mucho menos para intentar una acercamiento cerrado con Mauricio Macri y sus socios republicanos en Estados Unidos. Los negocios son política y la política es negocio, para sujetos como Eurnekian o Paolo Rocca, enemigos declarados del ex presidente Mauricio Macri. Para ellos Milei es un medio y no un fin. Por lo tanto, cualquier muestra de “independencia” es interpretada como un desafío a la estructura de poder que lo sostiene en las sombras. “Totalmente fuera de lugar. No está a la altura ni para juzgar al Papa, ni para opinar, ni para dar una pauta de cuáles son las actitudes que debería asumir el Papa, bajo ningún punto de vista”, declaró Eurnekian luego de conocerse una nueva avanzada verbal violenta de Milei contra el Papa. El libertario también envió un mensaje. No tendrá empacho en cerrar filas con los liberales reaccionarios de Estados Unidos. Sobre todo si se tiene en cuenta que para llevar adelante su anhelo de dolarización necesita capitales sostenibles que lo acompañen en su empresa. El alineamiento vertical con el discurso reactivo protestante tiene su anclaje en las relaciones políticas que los empresarios evangélicos  mantienen  con las fuerzas reaccionarias en Estados Unidos. La posición mesiánica que adquieren estos agentes se basa en la conformación histórica de las ideologías extremistas que han sostenido la misión imperialista de los poderes fácticos de Wall Street. En 2003, George W Bush confesó: “Estoy realizando un misión de Dios”. Mucho tiempo después, emulando al mandatario texano, Javier Milei le diría a su círculo íntimo: “Yo vi tres veces la resurrección de Cristo, pero no lo puedo contar. Dirían que estoy loco”. En Latino América el punto más cercano con estas experiencias políticas ha sido Jair Bolsonaro. El exmandatario brasilero se hizo bautizar por el pastor Everaldo Pereira, por entonces titular del Partido Social Cristiano, en el río Jordán. No se trata de cuestionar la religiosidad de los actores políticos, sino de observar como el montaje ideologizado sobre esa estructura mística les permite alcanzar altos puntos de popularidad pero también aceitar relaciones con poderosos capitalistas. No es nuevo, el poder político protestante profesa la ideología del libre mercado y es muy fuerte en Estados Unidos. Donald Trump supo capitalizar esas relaciones para alcanzar un arraigo popular que de otra manera le hubiera costado afianzar. Richard Nixon supo cultivar una “profunda” relación política con el pastor Billy Graham. Ambos compartían la idea imperial de su país. En este sentido, la religión pasa a un segundo plano, lo que se impone es una visión política sobre-ideologizada que es orgánica a la idea liberal extremista. Milei es la cara visible del sueño húmedo reaccionario de una parte de la oligarquía local: El armado de un partido conservador de masas.  En su entrevista con Tucker Carlson deja en claro cual es su programa de gobierno. Pero además cuales serán sus alianzas políticas globales. Si los sectores evangélicos de Estados Unidos representan los valores liberales en su versión más extrema como conservadora (lo que en el fondo no dejaría de ser una contradicción en sí mismo), no es de extrañar que el libertario embista contra el Papa Francisco. La cuestión es simple: Francisco es el Papa de las Periferias, de la comunidad y de la Justicia Social. Para los fanáticos del libre mercado, que además profesan el mesianismo ideológico, la existencia de este papado es un obstáculo mayúsculo para sus planes. No se trata de especulaciones teológicas. Son negocios. En ese esquema entra en juego Israel, el principal socio político-económico-militar de Estados Unidos en medio oriente, pero también principal abastecedor de cuadros financieros en el submundo de Wall Street. Claro que la relación es simbiótica: Según detallan los especiales Stephen Walt y John Maersheiner, en el capítulo El looby israelí en Estados Unidos, del libro Huellas Imperiales, “Israel recibe cerca de 3 mil millones de dólares en asistencia directa cada año, aproximadamente una quinta parte del presupuesto de ayuda extranjera”. A pesar de lo que se suele pensar comúnmente la geopolítica también cumple un rol trascendente dentro de las políticas locales. Una vez más se evidencia que Milei no es un mero producto del malestar social. Es parte de una arquitectura político financiera que no aspira a la libertad bajo ninguna perspectiva. Como agente de la plutocracia que necesita del andamiaje del globalismo neoliberal, el libertario expresa el ejercicio de una política, que llevada al extremo, presupone un retraso en siglos para el país, pero también es una expresión del conservadurismo global. Por eso no son improvisadas sus declaraciones. Atacar al Papa Francisco presupone atacar el principio doctrinario de la Justicia Social. En ese ataque, Milei falsea la realidad  con la pretensión de construir un imaginario que necesita quebrantar los mandatos morales de la conformación comunitaria. El mercado no tiene ética ni moral. Tampoco necesita de un sujeto histórico. Esta avanzada conservadora y reaccionaria, pero también imperialista, demanda la destrucción de la construcción social tal cual se la conoce. Por eso, lo que se violenta en principio son las instituciones rectoras de la vertebración social y popular. Tampoco es casual que Milei haya conseguido el apoyo de la Federación Argentina de Pastores Evangélicos, que preside  el pastor Ariel David Díaz. De curioso derrotero político, el actual coordinador de La Libertad Avanza en la quinta sección electoral bonaerense, supo militar junto a Alejandro Biondini, a Patricia Bullrich y a Juan Carlos Blumberg. En todas las oportunidades desarrolló un rol destacado. Ariel Goldstein es doctor en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e investigador asistente del CONICET, autor del libro el Poder Evangélico. En una entrevista que le realizó el medio RT, el especialista explicó: “Cuando el adversario es identificado con el diablo y los gobernantes entienden su tarea como una misión divina, aumenta el peligro de una deriva autoritaria, amenaza la convivencia democrática basada en el respeto a la pluralidad”. La falacia libertaria queda nuevamente expuesta. La excusa del combate a la casta solo pretende retomar un sendero que el poder conservador perdió en el trayecto histórico. Hoy, con una democracia debilitada, encuentra un nicho que potencia sus posibilidades para acceder al gobierno, aún prometiendo que el futuro está en el pasado. Alguien podría alegar que el capital financiero se manifiesta de maneras misteriosas, pero no es así. Actúa como sabe hacerlo y como ya lo hizo. El austríaco Frederich Hayek convocó en 1947  a un grupo de actores económicos y políticos con los cuales compartía una afinidad ideológica. En Suiza se reunieron: Milton Friedman, Karl Popper, Lionel Robbins, Ludwing von Mises, Walter Eukpen, Walter Lippman, Michel Polanyi y Slavador de Madariaga. Ellos establecieron la conformación de la Sociedad Mont Pelerin. ¿Cuál era su objetivo? Establecer un orden mundial sustentado en los principios del libre mercado y el sometimiento político. Sus postulados resuenan hoy en la voz de Milei, pero Hayek lo expresó en su momento con brutal elocuencia: “Las demandas de Justicia Social carecen de sentido, porque las demandas de justicia son sencillamente incompatibles en cualquier proceso natural de carácter evolutivo”. Nada es casualidad. El mismo año que en Argentina se producía el golpe de Estado cívico militar para imponer el modelo darwinista del libre mercado del globalismo neoliberal, Milton Friedman recibía el premio Nobel de Economía. Su pensamiento manifestaba que “una sociedad que pone la igualdad por encima de la libertad acabará sin igualdad y sin libertad”. Curioso, también era época de Guerra Fría y Guerra Cultural. No, Milei no representa nada nuevo. Es el sistema y está aquí entre nosotros. Nos amenaza con volver al pasado como una pesadilla circular. Pero también es un falso profeta. Sin embargo, ello no significa que haya triunfado. El capitalismo liberal denota un colapso. Es una oportunidad insoslayable para que el Movimiento Nacional se reorganice.  Hoy, la unidad de sentido demanda estar parado del lado del pueblo. Lo que el Papa Francisco concibe como opción preferencial por y con los pobres.   Fuente:  https://agnprensa.com/el-falso-profeta/?fbclid=IwAR2a1Or1J3TFr5qx3s5Dr5nTH73TGUC3z91gsGUeFaWudsHYpgb-F_7tTuo

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Libertad y comunidad

El hombre es un ser ordenado para la convivencia social —leemos en Aristóteles—; el bien supremo no se realiza, por consiguiente, en la vida individual humana, sino en el organismo superindividual del Estado; la Ética culmina en la Política. Juan Domingo Perón, Mendoza, 1949 Durante los últimos tiempos se ha incorporado al debate político —en especial a partir de la irrupción de emergentes como aquellos que representan el agrupamiento «libertario» denominado Libertad Avanza— la cuestión de la discusión sobre la esencia y alcances de la libertad. Las polémicas filosóficas que atañen a este absoluto no constituyen una disputa a partir de la cual pueda establecerse un acuerdo universal de pleno consenso, sino que más bien depende —en suma— del ángulo teórico de quienes plantean el desacuerdo y en particular de la posición asumida respecto a la naturaleza esencial del ser humano. Por ejemplo, el liberalismo clásico o el primer liberalismo —al considerar al individuo como un sujeto autosuficiente y egoísta—, antepone lo individual a lo colectivo, lo privado a lo público. En su versión más extrema encontramos la versión de Hobbes que sentencia que «el hombre es el lobo del hombre» y que desde ese egoísmo sustancial debe pactar tácitamente con los demás sujetos ciertas condiciones indispensables para la supervivencia. El liberalismo es una consecuencia de las revoluciones burguesas, de donde emergerá un nuevo sujeto histórico: el burgués. Este se considera centro de imputación fundamental de todas las normas y de todos los derechos que son individuales —promoviéndose de esta forma la idea de un individuo cuyo propósito no alcanza la plenitud en comunidad—, bastándole apenas un pacto de convivencia. De este modo se asocia a los demás para satisfacer algunas necesidades cuyos horizontes no excedan los estrictamente individuales. El individuo así considerado no requeriría un ámbito colectivo para desarrollarse integralmente ni adquirir todos los derechos sustanciales que le son inherentes por naturaleza.             Otros autores por el contrario, niegan esta caracterización ontológica de la persona humana y sostienen que —en orden a su condición— el género humano es una especie esencialmente gregaria; es decir, un arquetipo que, por naturaleza, constituye una comunidad de semejantes de la cual es inseparable y que la subjetividad humana se constituye precisamente a partir de esa caracterización conjunta. Los humanos somos en esencia, seres comunitarios por naturaleza. Frente a estas posiciones antropológicas planteadas notoriamente desde los extremos, existen otras de las más variadas y heterodoxas. Algunas, en lo atinente a este texto, pueden verificarse a raíz de la fuerte impugnación a las ideas liberales clásicas que promueven el resurgimiento de doctrinas disidentes. Ellas cuestionarán en sustancia la idea del hombre como sujeto individualista, en términos de aislamiento, de atomización. Tal es el caso del justicialismo. Acerca de la libertad Al respecto, Platón ensayará cierta definición —ya por cierto no la única— que logrará en el tiempo relativos niveles de aceptación común. En República, el filósofo propone que la eleutheria (ἐλευθερία) ‘libertad’ es alcanzada por la persona en tanto que su voluntad racional domina sobre aquellos apetitos irracionales y sirve así a la correcta consecución de sus deseos. Del mismo modo, la polis será libre si sus clases o estamentos que la componen son capaces de satisfacer las aspiraciones que les son propias, según sea la característica de cada una, en orden al autodominio racional. Desde su origen, el justicialismo considerara a la persona humana como sujeto que sólo puede realizarse en comunidad. Es decir, que no existe un sujeto individual que suscriba un contrato social tácito ajeno a los demás, sino que naturalmente las personas humanas coexistirán en una unidad solidaria y competitiva a la vez pero, simbiótica. Son los lazos y relaciones de proximidad las que constituyen su subjetividad y, al mismo tiempo, constituyen a la comunidad. Es decir, conviven en una relación de «co-constitución» el sujeto y la comunidad. Es bien oportuno reiterar que la forma de «libertad» pregonada por los nuevos libertarios —no carente de limitaciones y omisiones— deviene de una doctrina que la supone a la libertad como el principal derecho individual de un sujeto autosuficiente que «debe gozar casi ilimitadamente de ella», para poder suscribir a un contrato social tal y como sostenían las escuelas contractualistas, para satisfacer sus necesidades e intereses individuales. Para el justicialismo, por el contrario, la libertad se da esencialmente en el marco de una comunidad. Como veremos, no existe la posibilidad de la persona humana libre en una comunidad que no lo es. Es decir, que la precondición necesaria para que una persona sea libre es la existencia de una comunidad que lo preceda y a la que pertenezca naturalmente; así se va socializando a partir de relaciones de  proximidad que parten de núcleos más pequeños —familias— llegando a conformar comunidades, regiones, países, Estados, etc. Por lo tanto, si la libertad se da en el marco de una comunidad a la que se pertenece, ella no es un fin en sí mismo, sino un medio para amalgamar la constitución de esa comunidad.  Perón sostendrá en numerosas oportunidades que la libertad es un medio, no es un fin. Pero siguiendo la idea del supuesto de libertad para la plenitud comunitaria, también sostendrá que esta debe ser considerada como un bien individual que tiene un fin social por cumplir; es decir, está atada, anudada a un fin superior que es el fin social. La libertad para el justicialismo se encuentra supeditada a un fin social que debe cumplir: no se declama, no se discute, se ejerce y se defiende. Es decir que —para una filosofía como el justicialismo— la libertad no se centra en una discusión filosófica sobre ella. Se ejerce o no se ejerce, se defiende o no se defiende. Es una cuestión filosófico práctica. Es cuando se hace, es en el despliegue, es en la praxis donde aparece la libertad como valor absoluto.  Lo que caracteriza a las comunidades sanas y vigorosas es el grado de sus individualidades y el sentido con que se disponen a engendrar en lo colectivo. A este sentido de comunidad se llega desde abajo, no desde arriba; se alcanza por el equilibrio, no por la imposición. Su diferencia es que así como una comunidad saludable, formada por el ascenso de las individualidades conscientes posee hondas razones de supervivencia, las otras llevan en sí el estigma de la provisionalidad, no son formas naturales de la evolución, sino paréntesis cuyo valor histórico es, justamente, su cancelación (Perón, 1949). En 1952 —ante los miembros del Poder Judicial— Perón llegará hasta el extremo de afirmar que ni la misma libertad individual puede ser superior al bien de la Nación. Perón jamás negará la libertad individual, la supone necesario vehículo para conseguir un logro superior que es el bien colectivo, el «nosotros» sobre el «yo». Mientras tanto, las doctrinas liberales clásicas colocarán al «yo», al individuo sobre el «nosotros»: Hay una libertad irrespetuosa ante el interés común, enemiga natural del bien social. No vigoriza al «yo» sino en la medida que niega al «nosotros», y ni siquiera se es útil a sí misma para proyectar sobre su actividad una noble calificación (Perón, 1949). Perón profundizará sobre este aspecto, diciendo: La conclusión de que sólo en el dilatado marco de la convivencia puede producirse la personalidad libre —y no en el aislamiento— puede ser el agregado indispensable al ideal filosófico de sociología, cuya expresión más simple sería la de que nos es grato llegar a la humanidad por el individuo, y a este por la dignificación y acentuación de sus valores permanentes (Perón, 1949). La libertad solo existe en el marco de una coexistencia, de una convivencia; no existe como una entidad aislada, no hay un ser libre por fuera de la comunidad. Por lo tanto, asegurar la libertad o asegurar los beneficios de la libertad —como sostiene la Constitución Nacional—, no significa dejar hacer lo que cada uno quiere, sino en hacer que cada uno cumpla la ley; porque el nomos para Perón —en sentido de justicia que «distribuye»— es un instrumento que garantiza y ordena la vida comunitaria. Porque es evidente que —más allá del necesario carácter colectivo de la persona humana que coexiste con los demás en relación de proximidad— debe existir un marco regulatorio que normalice, que regule esa coexistencia.            Seguir examinando la noción de libertad del primer peronismo, nos remite entre otros textos a «La comunidad organizada». Allí, un significativo párrafo nos puede ayudar a representar mejor esta cuestión cuando se sostiene que nuestra comunidad «es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto». Así planteada, la idea deja de lado que la libertad no tiene consecuencias en su proceder y sin olvidar que siempre es tal, solo y en tanto encuentra trascendencia en su ejercicio. Del resultado de los efectos provocados por la ejecución de la libertad, surge la idea de responsabilidad y esta es, básicamente social; es responsabilidad hacia la comunidad a la que pertenezco por naturaleza. Pero otro requisito para que exista la libertad plena, es la justicia social. Para el primer peronismo nunca podrá existir libertad si los individuos no coexisten en un marco de justicia social, de felicidad social, de aquellos deseos satisfechos de cada uno de los integrantes de los estamentos de la polis, al decir de Platón. Ella es el instrumento que permite el ejercicio de la libertad; la injusticia social impide la práctica ética de la libertad. Si la felicidad es el objetivo máximo, y su maximación una de las finalidades centrales del afán general, se hace visible que unos han hallado medios y recursos para procurársela y que otros no la han poseído nunca. En consecuencia observaremos que la promulgación jubilosa de ese estado de libertad no fue precedida por el dispositivo social, que no disminuyó las desigualdades en los medios de lucha y defensa ni, mucho menos, por la acción cultural necesaria para que las posibilidades selectivas inherentes a todo acto verdaderamente libre pudiesen ser objeto de conciencia (Perón, 1949). Las personas vulneradas por un sistema injusto no pueden gozar del uso pleno de la libertad. La libertad tampoco puede constituir un medio para atacar los objetivos fundamentales del pueblo argentino. Esto tiene que ver con los tres objetivos que como doctrina se plantea el peronismo: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. La práctica de la libertad no puede ser un medio para destruir los objetivos que, colectivamente, fueron fijados por el pueblo durante el proceso revolucionario. Tal como como expresamos, la persona humana no puede ser absolutamente libre si no coexiste en un país libre en su esencialidad. Desde el punto de vista filosófico, a esto se denomina «libertad situacional». En virtud de ella, su alcance está condicionado, de aquella de carácter individual a la libertad del conjunto. Por eso sólo puede comprenderse a la libertad en términos de «situación», ejercida de tal modo sale del campo de la discusión teórica y se compromete en la extensión de la praxis, de la práctica concreta. Así expresados, justicia y libertad conducen como camino inexorable al único lugar posible al que los pueblos son llamados en orden a su destino trascendente: soberanía. Sin ella no hay justicia, no hay libertad, pues las supone a ambas. Una reflexión destacada que Perón enuncia durante un discurso ante empleados de comercio en 1950, alude directamente a que «no podemos llamar libertad a la existencia de una manera de ser, que tiene sumergida a las tres cuartas partes de la población privada de la dignidad que el hombre debe tener». Dignidad sin la cual «libertad» es una palabra más que reduce el devenir de la vida a una mera existencia. Dentro del concepto de libertad —para el pueblo— el primer principio es la libertad de asociación para la defensa de los intereses profesionales. Es decir que el primer peronismo, además, establece un sistema de graduaciones y, dentro del ejercicio de la libertad, la principal y primera libertad es la de asociación, que es al mismo tiempo la de organización. Por eso la organización vence al tiempo y de allí que las organizaciones libres del pueblo llegan a constituirse como centro basal de la organización del Estado justicialista. Dice Perón ante universitarios chilenos el 25 de febrero de 1953: «El único pueblo que puede alcanzar la libertad es el pueblo organizado. Las turbas no han disfrutado nunca en la historia de ninguna libertad». A ese innato carácter gregario de la esencia humana se le agrega la cuestión de la organización. Somos esencialmente comunitarios, pero necesitamos organizar esa comunidad. Por eso es central el texto filosófico «La comunidad organizada». Respecto a las críticas hechas al peronismo respecto de ciertas restricciones a la libertad —durante el Congreso Mundial de la Juventud Universitaria el 29 de abril de 1952—, perón reafirmará que «preferimos cargar con la culpa de la libertad —es decir, cargar con la culpa de ciertas restricciones a la libertad individual— antes que echarnos sobre nuestras conciencias la infamia de la esclavitud». Para el peronismo lo que caracteriza a las comunidades sanas y vigorosas ... es el grado de sus individualidades y el sentido con que se disponen a engendrar en lo colectivo. A este modelo de comunidad se llega desde abajo, no desde arriba; se alcanza por el equilibrio, no por la imposición. Su diferencia es que así como una comunidad saludable, formada por el ascenso de las individualidades conscientes posee hondas razones de supervivencia, las otras llevan en sí el estigma de la provisionalidad, no son formas naturales de la evolución, sino paréntesis cuyo valor histórico es, justamente, su cancelación (Perón, 1949). Aquí el sistema gradual de proximidades es el garante del ejercicio de una libertad sustancial que no emerge de la imposición normativa de arriba hacia abajo, sino de la coexistencia y el equilibrio, por convicción y persuasión, no por imposición. En «La comunidad organizada», a esa libertad impuesta desde arriba hacia abajo la denomina «irrespetuosa ante el interés común», enemiga natural del bien social. Ello es así en virtud que  ... no vigoriza al «yo» sino en la medida que niega al «nosotros», y ni siquiera se es útil a sí misma para proyectar sobre su actividad una noble calificación —y sigue— sólo en el dilatado marco de la convivencia puede producirse la personalidad libre —y no en el aislamiento— puede ser el agregado indispensable al ideal filosófico de sociología, cuya expresión más simple sería la de que nos es grato llegar a la humanidad por el individuo, y a este por la dignificación y acentuación de sus valores permanentes (Perón, 1949). En conclusión, Perón critica la idea de libertad como principio ontológico primordial de la esencia humana y también a su consecuencia, la meritocracia. En «La comunidad organizada» sostendrá: Observaremos que la promulgación jubilosa de ese estado de libertad no fue precedida por el dispositivo social, que no disminuyó las desigualdades en los medios de lucha y defensa ni, mucho menos, por la acción cultural necesaria para que las posibilidades selectivas inherentes a todo acto verdaderamente libre pudiesen ser objeto de conciencia. La libertad entonces proclamada precisa un esclarecimiento si ha de considerarse su vigencia. Si por sentido de libertad entendemos el acervo palpitante de la humanidad, frente al estado de necesidad dictado por el imperio indiscutido de una fracción electoral, deberemos plantearnos inmediatamente su problema máximo: su incondición, y, sobre todo, su posibilidad de opción. Libre no es un obrar según la propia gana, sino una elección entre varias posibilidades profundamente conocidas (Perón, 1949). Finalmente —para el conductor del justicialismo— el verdadero desafío para la humanidad es «difundir la virtud inherente a la justicia y alcanzar el placer, no sobre el disfrute privado del bienestar, sino por la difusión de ese disfrute, abriendo sus posibilidades a sectores cada vez mayores de la humanidad: he aquí el camino». Cuando la posverdad se impone y se generaliza, la verdad pierde significado, el discurso informativo es armado para coincidir con los prejuicios y el mensaje deja de aportar claridad para ajustarse a nociones previas. Estos subproductos del pensamiento son intercambiados con furia en círculos endogámicos, satisfechos por la burbuja confortable de lo «respondido», pero cada vez más lejos de la pregunta. Y es claro que toda duda intranquiliza. Superarla implica apelar y todo cuestionamiento es doloroso —cuánto más si se verifica en un conocimiento de una realidad que repugna—, pero por causa de su naturaleza inquisitiva, demoledora, se llega a la causa secreta de las cosas. En tiempos en que las palabras parecen contenedores vacíos dominados por rótulos triviales; en una crisis sin precedentes expresada por la disociación cada vez más extrema entre el significante y su significado, es aconsejable delimitar o, mejor aún, reconciliar a las palabras con su contenido. Entender el significado y el poder de la palabra que lo implica, determina toda aprehensión de la verdad. A ese campo de la lucha estamos llamados, a la última trinchera del sentido. No entenderlo a tiempo nos expone a escenarios imprevisibles; será cuando el contexto de lo inconcebible nos lleve a la comprensión tardía de que ciertas circunstancias, «no tienen nombre».

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Un proyecto para ser nación

" Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales, que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología a donde rige la economía de mercado".  Juan Domingo PerónMadrid, 21 de febrero de 1972 Semanas atrás —junto a Fabián Brown—publicamos un ensayo titulado Hacia un nuevo protagonista histórico [1] Nos propusimos allí cuestionar la categoría de «sujeto histórico» utilizada tradicionalmente en ámbitos académicos y universitarios, promoviendo su reemplazo por otra categoría «el protagonista histórico», emergida de la obra de Gustavo Cirigliano, como así también definir someramente las principales características de esta nueva categoría. En el principio número uno enunciado en el libro Metodología del proyecto de país, —editado por Nueva Generación en el año 2002—el autor sostiene que «todo proyecto nacional, libera y moviliza reservas (población y recursos naturales hasta ese momento sin uso, marginados o conflictivos)». Para el autor, todo proyecto a iniciarse requiere de nuevos protagonistas que ingresen a la escena concertando —según sus expectativas— con las necesidades que el proyecto reconoce y a las que viene a dar respuesta. Este primer aspecto referido a la liberación y movilización de reservas fue explicado en detalle en nuestro artículo anterior publicado por la revista Viento Sur. Lo relacionamos con la categoría de «protagonista histórico» a la que recurre Cirigliano, sosteniendo a nuestro criterio que en la actualidad se estaría gestando uno compuesto por un sector significativo de nuestra población integrado —por un lado— por la fuerza de trabajo organizada y, por el otro, por aquellos vastos y diversos grupos de nuestra comunidad que componen el proceso productivo bajo formas tradicionalmente no capitalistas, como las cooperativas, mutuales, grupos autogestivos y otras organizaciones libres del pueblo. Pero, como enuncia Cirigliano, todo proyecto nacional a más de movilizar población también lo hace con los recursos naturales. En la Argentina que se avecina, uno de los principales desafíos radica en cómo dotara un país—dueño indudable de ingentes recursos naturales—de la facultad de negociar las condiciones de transacción o de transferencia de esos recursos, cuando se encuentra obligado a constreñir el despliegue de sus estrategias y, en consecuencia, provisto de una capacidad negociadora ostensiblemente disminuida. En ese orden de ideas, ingresa aquí un dato significativo que nos vincula a la sanción de la reforma constitucional de 1994. Recordemos que en el artículo 124, aquella Constitución reconoce como titular originario de los recursos naturales a las provincias: «Corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio». La consagración de tal titularidad forma parte de un lejano debate que se extiende más allá de los orígenes de nuestro Estado nacional, en el sentido de que si las provincias eran preexistentes a la nación, los recursos naturales—por añadidura—pertenecían a ellas bajo el argumento mismo de la preexistencia fundacional. Tal cuestión escaló en forma de disputa entre la nación y las provincias para llegar a los más altos ámbitos de la justicia argentina, es decir, hasta la Corte Suprema de Justicia circunstancia que intento superarse a través del artículo 40 de la entonces Constitución de 1949; este establecía que La organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social. El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales asegurados en esta Constitución. Salvo la importación y exportación, que estarán a cargo del Estado, de acuerdo con las limitaciones y el régimen que se determine por ley, toda actividad económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada, siempre que no tenga por fin ostensible o encubierto dominar los mercados nacionales, eliminar la competencia o aumentar usurariamente los beneficios. Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación, con la correspondiente participación en su producto que se convendrá con las provincias. Desde el punto de vista del nuevo texto constitucional sancionado durante el primer peronismo —siendo el Estado Nacional el titular de los recursos enumerados— la responsabilidad negocial respecto a las condiciones de explotación y al valor de dichos recursos recaía, por mandato constitucional en el Estado mismo como totalidad y, por antonomasia, provisto de obtener las condiciones más beneficiosas en las negociaciones con las grandes empresas extractivas. Tal configuración revelaba una superioridad innegable frente a las que acontecerían a partir de 1994. Al reconocerle a las provincias la titularidad de los recursos —regulaciones aparte—en la actualidad recae en cada una de ellas la responsabilidad de la negociación. Por ello, las condiciones en que comercian en la actualidad resultan —por lo general— absolutamente desfavorables; no sólo para los intereses de ellas mismas, sino también para los intereses generales del país. Más aún, considerando las nuevas condiciones geopolíticas por las que atraviesa la humanidad ya la cada vez más creciente voracidad manifestada por la expansión del capital financiero hacia los negocios vinculados a la extracción, procesamiento y comercialización de los recursos naturales. En el marco de la liberación y movilización de recursos que plantea Cirigliano resulta, con vistas de futuro, el imperativo de desarrollar un nuevo modelo de explotación, preservación y negociación de los frutos provenientes de suelos y mares —en especial los no renovables— lo cual, sin cuestionar lo ya consagrado por la Constitución de 1994, establezca un sistema de debate y de operatividad que bien podría constituirse a partir de la creación de una corporación nacional, aprobada por una mayoría especial de las cámaras o en su caso por una nueva reforma parcial de la Constitución. Sin perjuicio de ratificar el mandato supremo por el que los recursos constituyen propiedad de las provincias, se faculte a dicha corporación para negociar valores y condiciones, y sea dotada por añadidura de amplias facultades regulatorias. Una corporación en la que, además, tendrían participación todas las provincias del país de acuerdo con sus características, los recursos que poseen y estén disponibles para el intercambio según sea la prioridad de sus pueblos. En síntesis, en relación con este primer principio enunciado por Cirigliano, podemos sostener que el nuevo protagonista histórico que se instituye fundamentalmente por los principios de cooperación y organización requiere como instrumento vital —a efectos de movilizar los recursos naturales— un sistema cooperativo-corporativo en el que intervengan las provincias, potenciando la capacidad negociadora del conjunto. Así, por el modo en que se disponen y se movilizan los recursos naturales, deberán por necesidad concentrarse en un organismo nacional con capacidad de negociación suficiente para poder establecer en lo posible, las condiciones más favorables para la adecuada transacción, disposición y transferencia. Aunque no se lo reconozca explícitamente, la situación actual es en extremo desfavorable para las provincias. Un estado provincial —fortalecido por la temporalidad provisoria de una coyuntura— no se encuentra en condiciones de establecer una vinculación exitosa con grupos económicos plurinacionales que manejan varias veces el volumen de nuestro PBI. El principio fáctico que rige en la actualidad es el de la asimetría. Dicho de otro modo, se impone imprescindible un instrumento de negociación de tipo colectivo que aporte una genuina paridad a través de una corporación nacional que promueva regulaciones y, sobre todo, que establezca las condiciones necesarias para que la Argentina reivindique soberanamente sus condiciones de precio, de volumen y de control. En uno de los corolarios del principio enunciado, Cirgiliano afirma que: «todo proyecto nacional consagra (y aun sacraliza) los productos naturales que privilegia». Es decir, aparte de definirse el instrumento de regulación y negociación que tome a la Argentina como un todo indivisible, deberá establecerse claramente cuáles son los recursos naturales que van a someterse al intercambio en el mercado internacional y cuáles son aquellos que se reservarán para un futuro oportuno. Llegado a este punto, también se implica la idea de una acción estratégica, es decir, de no comprometer indefinidamente la totalidad de las reservas naturales disponibles, sino su inteligente dosificación, en orden a la propia capacidad de aportarle valor agregado nacional. En el libro Metodología del proyecto de país, Cirigliano plantea adelante en un segundo principio que «todo proyecto nacional rehace o reorganiza su espacio físico-geográfico. Un nuevo proyecto supone haber observado nítida e intensamente el propio “cuerpo espacial” desde el ángulo de los nuevos valores y necesidades estratégicas». En este sentido, resulta de vital importancia tener en cuenta aquí que a principios del siglo XX—sobre todo a partir del año 1904 en que nuestros navíos empiezan a realizar las primeras expediciones hacia la Antártida—comienza a promoverse en la Argentina una consciencia de propagación territorial hacia el sur. Ese avance extensivo fue sistemático, creándose primero estaciones científicas, luego bases militares, estableciéndose en virtud de ello una proyección continental que determinó las aspiraciones argentinas sobre el territorio antártico, hecho que involucró también la inclusión de una amplia extensión oceánica. Es decir, la Argentina del futuro, de la nación que viene, es una Argentina territorial, oceánica y bicontinental. Habrá que considerar e incorporar al espacio mental soberano a los mares en similares términos que al suelo. ¿Por qué? Primero por su biodiversidad, riqueza ictícola, alguicultura —incluidas las microalgas, entre las que se encuentra el fitoplancton— fuente de alimento e insumo creciente para la medicina y la industria. Segundo, por los recursos minerales existentes bajo el subsuelo marino. Retomando la idea del asunto magno[2] del primer peronismo que también hemos tocado con anterioridad —la idea de extensión hacia la Antártida y por lo tanto la ponderación obligada de las riquezas del Continente Blanco y de su lecho submarino— dará lugar en 1946 a la primera cartografía de dimensión bicontinental. Es decir, «todo proyecto nacional —recapitulando a Cirigliano— rehace o reorganiza su espacio físico-geográfico»: el nuevo espacio físico sobre el que la Argentina se bosqueja es justamente la bicontinentalidad. En orden y lógica consistencia, esta concepción se halla contenida en la Constitución de 1949. La Argentina encorsetada del proyecto del 80, circunscripta en su alcance a la pampa húmeda, abre paso a una clara y bien definida noción bicontinental, cuyo polígono con el territorio tradicional se torna completo con la Antártida y el océano. Hay un cambio paradigmático en la categoría: el territorio deseado, «todo proyecto nacional cambia el mapa, que es la expresión gráfica del espacio físico modificado...», agrega Cirigliano. La sanción del mapa biciontinental mediante la ley 26651 y otras acciones y logros diplomáticos constituyen un auspicioso aunque insuficiente avance en esta materia. La continuidad de lo expresado se verifica solidariamente en el principio 4, donde: Todo proyecto nacional se financia a sí mismo. Este principio — según Cirigliano— podría considerarse derivado porque se sostiene en el primero. Al movilizarse nueva población y nuevas riquezas o recursos materiales, el proyecto es financiado por el trabajo y la nueva riqueza incorporada (...). No es el dinero ajeno; es el propio trabajo y la propia riqueza liberada. Como corolario de los dos principios anteriores—existe, primero, una liberación y movilización de las reservas humanas, esto significa entonces un reacomodamiento geopolítico y geoespacial de la Argentina, cuya coherente derivación implica además la generación de nuevas ciudades que avancen, sobre todo, hacia el sur de la Argentina, hacia la Antártida. Esto traerá aparejada la necesidad de movilizar nuevos recursos, nuevas inversiones orientadas, por ejemplo, hacia una mayor explotación —y control— de los recursos naturales marítimos, la creación de asentamientos permanentes en territorio antártico, el fortalecimiento de las ciudades patagónicas y el posible traslado de la capital al centro del país que —en esa nueva ubicación— se encontraría equidistante de la Isla Grande de Tierra del Fuego con otras regiones del territorio. Es decir, un corrimiento del eje que represente la verdadera proyección de la Argentina en orden a la continuidad austral de su plataforma submarina. En tiempos de imperceptibles pero profundos cambios que vienen operándose en el sustrato mismo de la patria, bien vale concluir este pequeño aporte recordando las palabras del maestro tan recordado: «¿Qué se propone ser la Argentina? ¿O qué está siendo? Quizá hoy, antes que una propuesta explicita, esté realizando un proyecto “fáctico” (que se da de hecho), una hipótesis que se puede esquematizar del siguiente modo, oponiéndole una alternativa».   [1]http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/un-protagonista-historico-en-formacion/ [2]  http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/asunto-magno/ [3]  http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/asunto-magno/

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Los fusilamientos del 56: mensajes hacia el futuro

Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes.                                                                                        General Juan José Valle A propuesta de la rectora de nuestra universidad, Ana Jaramillo, un nuevo proyecto en marcha será el de la creación de la escuela de oficios que llevará el nombre de Juan José Valle. Probablemente, algunos/as que eventualmente accedan a éste texto no lo recuerden con precisión, y en tanto, amerita que ensayemos una breve descripción de las penosas circunstancias por las que atravesó, para luego relacionarlo con la nominación propuesta para esta realización que —a nuestro entender— adquiere importancia sustantiva y estratégica a la vez en el ámbito educativo. Con posterioridad al golpe de Estado que derrocó al segundo gobierno peronista, Juan José Valle —general de brigada leal al orden institucional— junto a otros civiles y militares, planificó un movimiento de carácter insurreccional cuyo objetivo principal fue el de restaurar la legalidad constitucional-democrática y —en su caso— debilitar o derrocar la feroz dictadura que intentaba enquistarse en el gobierno. Comandado por Valle y secundado por el general de división Raúl D. Tanco, el levantamiento militar se produjo, finalmente, el 9 de junio de 1956. Infiltrada por los servicios de inteligencia, la tentativa fue frustrada y —por una decisión absolutamente ilegal e ilegítima del gobierno cívico-militar— Valle y otros participes civiles y militares fueron literalmente asesinados. Queda para la historia la memorable su carta del 12 de junio de ese año, que en una de sus partes sustanciales afirma: "Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado (...). Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos. Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones (...). Viva la patria." De los ejecutados en aquellas horas trágicas, no podemos dejar de recordar, entre otros, al teniente coronel José Albino Irigoyen, al capitán Jorge Miguel Costales y a los civiles Dante Hipólito Lugo, Clemente y Norberto Ross, y Osvaldo Albedro (asesinados en la localidad de Lanús), a Carlos Alberto Lizaso, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Mario Brion y Vicente Rodríguez (muertos en los basurales de José León Suárez) yal teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno (asesinado en La Plata). En Campo de Mayo eran fusilados los coroneles Eduardo Alcibíades Cortines y Ricardo Santiago Ibazeta, los capitanes Néstor Dardo Cano y Eloy Luis Caro, el teniente primero Jorge Leopoldo Noriega y el teniente de banda Néstor Marcelo Videla. También siete suboficiales Hugo Eladio Quiroga, Miguel Ángel Paolini, Ernesto Garecca, José Miguel Rodríguez, Luciano Rojas, Isauro Costa y Luis Pugnetti. En tanto, el 12 de aquel mes —al igual que Valle, pero en La Plata— le llegaría el turno al subteniente de reserva Alberto Juan Abadie completando, entre otros, la aciaga lista. Los fusilamientos estuvieron teñidos de manifiestas irregularidades violatorias de todos los derechos humanos esenciales; esto se verifica de la génesis y de la simple lectura de los decretos y las resoluciones emanados del gobierno dictatorial encabezado por el general Aramburu y el almirante Rojas. Los crímenes de los que fueron víctimas Valle, sus compañeros de armas y los civiles, constituyen hechos inéditos en la política argentina. Quienes participaron directa o indirectamente de aquel alzamiento fueron muertos o detenidos. Algunos de ellos debieron exiliarse. Más allá de los debates vigentes sobre la mirada que Perón tenía respecto a la conveniencia u oportunidad del levantamiento, lo cierto es que la virulencia y la impunidad con la que se produjeron los acontecimientos —descriptos magistralmente por autores de la talla de Rodolfo Walsh— fueron suficientemente documentados por los historiadores.El presidente duerme, texto de Mario Brion, constituirá —además— un testimonio desgarrador de los acontecimientos. La aterradora represión de la revuelta no sólo persiguió el objetivo acabar con la intentona; la meta final fue la demolición integral de un proyecto filosófico, cultural, político y económico que se había orientado a la integración total de los argentinos bajo la estructura modelar de la comunidad organizada, donde encontraba centralidad la fuerza de trabajo y que tuvo como propósito fundacional el bienestar del pueblo. La reflexión precedente resulta vital para comprender que el primer peronismo —desde sus orígenes y su concepción— estuvo orientado hacia la instauración de un modelo de comunidad y Estado basados, fundamentalmente, en la capitalización de la fuerza de trabajo. Por eso, la labor que Perón realizó desde el viejo Departamento Nacional del Trabajo —luego transformado en la Secretaría de Trabajo y Previsión— fue la de persuadir a las organizaciones sindicales —algunas de las cuales ya estaban suficientemente consolidadas— para que «se unieran bajo un solo propósito». La unión promovida resultaba indispensable para establecer un sistema de capitalización que sustituyera a una pequeña burguesía, incapaz de promover por sí misma un desarrollo comunitario genuino e integral. Como sabemos, el sistema capitalista encontró basamento en el proceso de acumulación por parte de un sector social privilegiado constituido por las burguesías europeas. En tiempos anteriores a Perón, en nuestro país existían las llamadas «pequeñas burguesías» —vinculadas al quehacer comercial o al sector sustitutivo de importaciones— pero de ninguna manera en la Argentina de entonces existía un poder burgués con la identidad y la ambición suficientes para encarar un proceso de transformación radical; es decir, la sustitución del antiguo orden agroexportador por uno de tipo industrialista y que incluyera la exportación de productos primarios. Por su parte, el peronismo, de origen no burgués, nunca descartó la idea de que un aspecto de la economía se reforzara con la exportación de productos primarios; pero ese proyecto de desarrollo integral debía estar sustentado por la industrialización de esos productos primarios y de otros por medio de un fuerte impulso científico y tecnológico—es decir— la idea de tomar la punta en algunas áreas vinculadas a los novedosos desafíos que planteaba la época. La derrota del levantamiento y su posterior aniquilamiento, no solamente se orientó al escarmiento, sino que expresaba la voluntad de concluir el proyecto político, económico e industrial y retornar, todo lo posible, a un programa donde determinados sectores recobraran sus antiguos privilegios. Retornar a un modelo agroexportador ya con la incidencia de un incipiente capital financiero y en formación. Si bien la «revolución libertadora» —como se autodefinía— se propuso reemplazar definitivamente el espíritu y la voluntad transformadora que había generado el movimiento liderado por Juan y Eva Perón, la impronta del modelo promotor peronista se extendería con cierto empuje hasta la década del 80, y cuyo final formal sería impuesto con más violencia por la dictadura militar de 1976. El «proceso de reorganización nacional» recurriría a todos los medios posibles —entre ellos el terrorismo de Estado— para poder exterminar esa inercia del modelo primigenio de cariz productivo en la Argentina. Como ejemplo de ello, la ley de entidades financieras consagrará la centralidad del capital como eje del proyecto económico; ideada por José Martínez de Hoz, sigue aún vigente a 40 años de recuperada la institucionalidad democrática. La elección de Valle para denominar la escuela de oficios representa —más que el reconocimiento ala valentía, al coraje y al patriotismo de ese grupo de militares y civiles que intentaron recuperar las instituciones— el desafío de recobrar un tipo específico de cultura y organización de la fuerza de trabajo. En nuestra universidad somos plenamente conscientes que el país atraviesa momentos extremadamente dificultosos en materia laboral, que muchos de aquellos oficios que se constituyeron en puntales de la industrialización han desaparecido o están desapareciendo. No obstante, afortunadamente, aún pervive aquella experiencia —la de maestro-aprendiz tan característica de los talleres de la década del 50— circunstancia que puede contribuir a recuperar la cadena productiva reconstruyendo algunas industrias —con el aporte a esas pequeñas y medianas organizaciones económicas—, mejorando su calidad técnica y la idoneidad de su mano de obra. Por lo tanto, aquellas luctuosas circunstancias por las que atravesaron Valle y sus seguidores —que en principio parecerían no guardar relación con la actualidad— cobran vida plena y terminan intrínsecamente ligadas, porque la aniquilación representó en su época la voluntad simbólica de destruir un modelo en el cual la fuerza de trabajo industrial fue la principal protagonista. Luego de la alevosía criminal de los bombardeos a la Plaza de Mayo, hay tras la muerte de Valle y sus camaradas un intento de colofón, un artesonado íntimo y deliberadamente criminal de imponer por la fuerza un límite al desarrollo sostenido del modelo productivista; un «hasta aquí llegan» severamente advertido por las balas del fusil. Una demostración epigonal en la que el poder real expresa su voluntad arrolladora por regresar a la década infame de la que —siempre juzga marcialmente— nunca se debió salir. Más allá de las reivindicaciones históricas que el peronismo ha hecho a los caídos —martirizados por su lealtad al pueblo— subyace serpenteando la maduración del deseo genocida de la «libertadora» por acabar con una causa nacional: la independencia económica. El trasfondo es inevitable y su lectura en contexto es evidente: matar la causa asesinando a los protagonistas, disciplinar al espíritu que lo vuelve lucha y a la vez, resistencia. Denominar a la escuela de oficios con su nombre resulta un hecho auspicioso porque —de alguna manera— visibiliza la necesidad de recuperar un aspecto del mundo del trabajo que está desapareciendo. Además, aportaría múltiples oportunidades a muchos jóvenes que están fuera del mercado del trabajo de incorporarse a la sociedad laboral y, a partir de ahí, integrarse a la comunidad; porque el trabajo es una de las formas con las que las personas se integran al acontecer comunitario, recuperando las relaciones de proximidad y su pertenencia: su estatus comunitario. Cuando la rectora de nuestra casa propuso el nombre, muchos no lograban identificar la correspondencia que representaba Valle con relación al mundo del trabajo. Es Valle quien —claramente— corporiza la resistencia contra un programa que venía a demoler al sujeto de país, al protagonista del primer peronismo: al trabajador —no sólo como persona humana, que también lo hizo— sino como constructo emblemático, como hombre-proyecto de organización colectiva; un hombre tensado como un arco en orden a la transformación general de la nueva Argentina. Reflexiones sobre un patria que —en la evidente desgracia de su actualidad— ha retornado a un modelo básico de producción primaria que excluye a una altísima proporción de la sociedad laboral. Para que ese sector relegado y vulnerado pueda regresar a la comunidad incorporándose a un proyecto colectivo necesita herramientas, cuya parte basal y fundante son los oficios. Estos demandan menos tiempo en orden a obtener una titulación frente a una creciente demanda que exige sus servicios y que, no sólo encuentra insatisfechos sus requerimientos, sino que descubre atónita que aquellos oficios que ejercían sus padres o sus abuelos, ya no existen. Los escasos maestros que perduran —dotados de pericia y destreza— están cumpliendo su ciclo vital sin la posibilidad de descargar adecuadamente su experiencia entre los jóvenes ávidos de ocupación y de propósito. Porque el oficio no es mera tarea, el oficio otorga sentido en la mejor tradición primaria de lo que llamamos trabajo. Ordena el tiempo, lo distribuye con inteligencia y calidad, dosifica los recursos y su linfa derrama nutricia en la familia y —de inmediato— en la comunidad organizada. El regreso a los oficios no sólo religa a la persona humana rearticulándola con su comunidad, se constituye como medio imprescindible para reencausar a la Argentina en su determinación y, con ello, la recuperación del sentido histórico que el peronismo ha representado desde el origen como proyecto nacional.   --------Francisco José Pestanha es abogado, docente y ensayista. Profesor titular ordinario del seminario Pensamiento Nacional y Latinoamericano de la Universidad Nacional de Lanús. Actualmente se desempeña como director del Departamento de Planificación y Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Lanús. Con la colaboración de Pablo Núñez Cortés.

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LO QUE ELLOS CREEN

 Veo llegar gente a la Plaza de Mayo y el biógrafo de mis recuerdos me llevan a la primera vez que fui a la plaza, el 15 de abril de 1953. Esa tarde unos “contreras” (especie que luego fue evolucionando hasta ser “gorilas”) pusieron bombas en la plaza.

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Creer y Crear

Siempre tuve el ejercicio permanente de hablar con todo el que puedo, en los lugares de trabajo, en la calle, en los negocios, es decir creo en el dialogo, pero, además, no hay mejor termómetro de la realidad que la que siente el pueblo mismo, sin intermediaciones quizá viciadas de nuestras propias realidades parciales y a veces virtuales, que se nos hacen en la cabeza y no son en verdad la realidad, más allá de nuestras buenas intenciones.

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Formar en “modo peronista”

A veces hablamos con jóvenes militantes del peronismo, del frente de todos, de sindicatos o movimientos sociales, etc., y se da en mas de los que se cree un fuerte desprecio, a la formación política, a la formación integral de un cuadro político, sindical, o social.

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Solo el Pueblo salvará al Pueblo

Como lo explicó el presidente Alberto Fernández, hace años y con la intención de movilizar recursos al interior, se redujo la coparticipación a la provincia de Buenos Aires, la idea era armonizar las migraciones internas, se suponía que si se transferían recursos de Buenos Aires al interior esto haría que se invirtieran en infraestructura y que ese movimiento lograría que los argentinos de otras provincias, que habían migrado al A.M.B.A retornarán. Y así equilibrar la situación de vivienda y servicios esenciales, terminando con una macrocefalia habitacional imposible de sostenerse en el tiempo.

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Los dinosaurios todavía están allí

Desestabilizar. Esa es la consigna. Aun cuando para ello tengan que morir miles de argentinos. No se trata de la República. Ese flaco argumento es alimento para la carroña social siempre dispuesta a sacar partido cuando la derecha le da terreno. No hace falta ser muy ducho para dilucidar cual es la intención de la reacción. Instalar la idea de un gobierno débil, fomentar focos pequeños de protestas. Ganar la agenda mediática  para instalar una realidad ficcional: Usufructuar la crisis en beneficio propio.

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Zonceras y falacias que nublan el pensamiento

El debate de ideas, en estos últimos tiempos, se parece más a la repetición ciega de dogmas que a un ejercicio libre y desprejuiciado de reflexión y diálogo. El resultado no puede ser auspicioso si tomamos en cuenta que esa manera de debatir es un retroceso de varios siglos en la historia. En los inicios del pensamiento occidental, Sócrates desarrolló la mayéutica como mecanismo de interpelación recíproca y de ejercicio dialógico para correr los velos que nos impiden comprender la esencia de las cosas. La verdad no era revelada ni impuesta desde afuera por nadie. El acceso a la verdad era el resultado final de un camino previo donde había que derribar prejuicios, trascender las apariencias y atreverse a interpelar y poner en tela de juicio hasta las certezas más inconmovibles.

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La Muerte

La muerte ha suscitado el análisis del ser humano desde el principio de los tiempos, es por su inevitabilidad un hecho que atraviesa a todas las culturas. Todas ellas la han tratado de entender, darle un sentido, evitarla, en fin, la convivencia con la muerte ha sido y sigue siendo un elemento fundamental e inquietante para las personas.

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HISTORIA REVISADA

“¡Papá, me matan!”*

Francisco Pestanha | Resistencia (1955-1972)
  "Los hombres, los pueblos, las sociedades, nunca pueden ser considerados como las letras de una expresión algebraica, porque siendo la esencia del hombre la espontaneidad y la liberta...

Arturo Jauretche y el protoperonismo.

“La prensa independiente no existe, y la independencia es una máscara para hacer pasar la mercadería de contrabando como agua corriente incolora, inodora, insípida, para que el estómago del lector ...

Sarmiento: "La novela del prócer de cartón"

Guillermo Sebastián Mircovich | Civilización? (1852-1916)
INDICE 1 - MENTIROSOS Y EMBUSTEROS2 - UNA DOCENCIA CON MUCHAS DUDAS3 - LAS MENTIRAS DE PATAS CORTAS4 - EL PERIODISMO DIFAMADOR5 - UN POLITICO CON FINES EQUIVOCADOS6 - UNA CONFUNCION DE IDEAS7 -...

La declaración de la Independencia y lo incaico *

Francisco Pestanha | Independencia (1810-1828)
Los relatos históricos escolarizados, lamentablemente, suelen transmitir una visión limitada de los acontecimientos acaecidos el 9 de julio de 1816, y los textos clásicos presentan visiones sesgada...

LA VERDADERA HISTORIA DE SARMIENTO NUNCA CONTADA. COLORIN, COLORADO SIN SARMIENTO CIENTOS DE ESCUELAS SE HAN INAUGURADO (Cap 5/10)

Guillermo Sebastián Mircovich | Civilización? (1852-1916)
En el Capítulo 4 hemos visto las escuelas inauguradas sin la presencia de Sarmiento, en esta parte seguiremos con la investigación desenmascarando esta historia del maestro de la espada, la pluma y...

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"Si cultura es poder, cultura nacional es poder nacional." Fermín Chávez Raúl Scalabrini Ortiz manifestó en alguna oportunidad que los hombres siguen a los hombres, no a las ideas. Las ideas sin e...

Carta de Jauretche al Padre Benitez (25-07-1956)

Administrator | Cartas Imperdibles
Montevideo, julio 25 de 1956. Estimado P[adre] B[enítez]: He recibido sus noticias por el portador a quien me unen los vínculos que Usted conoce.—Muy agradecido a sus amables conceptos que tratar...

CARTA de Cooke al compañero UTURUNCO Cdte. ALHAJA

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Carta al compañero Alhaja, comandante Uturunco Querido compañero Alhaja (*) Con gran emoción humana y revolucionaria recibimos su carta del 23 de junio. También, por intermedio de un argentino qu...

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Durante los últimos 10 años por lo menos en Argentina, se nos ha tratado de imponer a la sociedad que el País estaba fuera de la agenda de USA, es mas que America Latina y fundamentalmente America ...

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Cada vez que una película recuerda el bombardeo de Plaza de Mayo, como en esta noche del 15 de junio de 2020, nuestro corazón Peronista se llena de indignación. Más todavía, si el relato es tendenc...

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En el trascurso de estas últimas décadas hemos observado con desazón que hay cada vez menos jóvenes militantes, esto se puede dar por varios factores que pueden ser: descontento, disconformidad, es...

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Marcos Aguinis, en "La Nación" del martes 21 (1) derrama sobre sus lectores una bacinilla de resentimientos pre-juicios y fábulas. Y como él no es el único, porque se nota en una recurrente parte d...

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Golpe de Estado Parlamentario en Paraguay

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En los últimos días, tres colegas, opinaban con relación al golpe de estado ocurrido en la Republica del Paraguay, escribían, uno: “La ciencia política tiene desde hoy una nueva y lamentable catego...

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