Los dinosaurios todavía están allí
“Hay restablecer el Estado de derecho, aun llegando a la desobediencia civil”, declaró la golpista Elisa Carrió. Su desequilibrio psicológico es orgánico al poder de los sectores dominantes. Aquellos que ven peligrar sus intereses en esta pandemia. Pero ¿de qué habla Carrio? En realidad lo que hace es propagar el discurso del Imperio. Su versión de la realidad es para Estados Unidos y para Gran Bretaña. No es nueva esta estrategia.
Está en claro que el plan para horadar al gobierno está en marcha. Necesitan generar situaciones de zozobra para garantizarse un espacio de relevancia en el mapa político. Por eso el Gobierno de la Ciudad juega a la moderación mientras abre la economía de la ciudad conservando al núcleo duro de sus votantes. No importa si el sistema de salud colapsa. Cuanto peor mejor. Tal es así que ya no les interesa preservar a las instituciones democráticas que tanto dicen defender. En verdad, nunca lo hicieron. Así que muestran un golpe institucional disfrazado de republicanismo.
El tema es que el avance no encuentra un tope. Un muro de contención. La pandemia desmovilizó a las fuerzas sociales, lo cual es natural. Pero lo que no se puede hacer es naturalizar el juego de la oposición. No es sano para el gobierno continuar con una posición donde la totalidad nos iguala. Esa postura liberal no tiene más mérito que fugar tiempo hacia adelante, pero en el futuro también está esa oposición que correo con su falsa representación y estúpida moral.
“El gobernante es elegido para hacer la felicidad de su pueblo y labrar la grandeza de la nación”, dice Perón en “La fuerza es el derecho de la bestias”. Eso es lo que combaten quienes promueven un diseño de muerte y descarte. Por eso no es casual, que tras las declaraciones del ex Presidente Eduardo Duhalde, encontremos a la policía bonaerense levantándose contra el gobierno peronista de la provincia. De la misma manera que tampoco lo es encontrarse con las manifestaciones de aquellos que no se movilizan contra el peronismo.
Las fuerzas de seguridad nunca han estado al servicio del pueblo. Por el contrario. Siempre han sido serviles a los intereses de la anti-patria. Hoy lo vuelven a demostrar. La “Bonaerense” tiene una larga trayectoria de motines contra gobiernos populares. Dato curioso, igual que el radicalismo. Las fuerzas del orden no se han disciplinado al mandato popular y son profundamente anti-democráticas. Basta con dar cuenta que durante la gestión Vidal, cuando tenían carta blanca para manejar el territorio, en ningún momento de amotinaron. Nada es casual.
“Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La justicia exige que sea derrotado!”, expresó Evita. Puede que los tiempos sean otros, con otras dinámicas sociales, pero las bestias están ahí y su objetivo es el mismo. Romper con los principios de la democracia liberal debería ser una obligación ética de todo gobierno popular. Los valores del pueblo son los valores de la vida y de la libertad, pero la libertad no existe en una sociedad que no permite la realización del hombre en comunidad. Esa es la sociedad que la promueve la oposición: La de la libertad de mercado y no del hombre. Por eso la vida está en un plano demasiado alejado de la realidad para ellos. basta con observar lo que ocurre en la Ciudad de Buenos Aires.
“Debemos convencernos definitivamente de una sola cosa: de que el gobierno debe ser del pueblo y que nadie sino el pueblo puede ocuparlo, porque, si no, no será tampoco para el pueblo. La hora de los pueblos no será alcanzada por nuestro siglo si no exigimos participación activa en el gobierno de la naciones. Pero ¿cómo? Como nosotros lo hemos hecho en nuestra tierra, gracias a Perón. Llevando a los obreros y a las mujeres del pueblo a los más altos cargos y responsables del Estado”, escribió Evita en “Mi Mensaje”.
Esa entonces debe ser la mirada.
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