Arturo Jauretche y el protoperonismo.
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Escrito por Francisco Pestanha
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Escrito por Alberto Buela
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Escrito por Francisco Pestanha
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Escrito por Guillermo Sebastián Mircovich
Escrito por Mario Rapoport
Escrito por Federico Gastón Addisi
Escrito por Alberto Buela
Desde hace mucho tiempo este titulo tiene un lugar en la historias de los pueblos. Esta ambivalencia se fue dando en las diferentes sociedades y en las mas diversas culturas, a pesar que en la argentina se llegó a definir innegablemente por los años 55, con la palabra, “gorilas”. Así se denominaban a aquellos protagonistas que anteriormente Evita los llamara la “oligarquía nacional”, personajes de frondosos poder adquisitivo a los cuales no se podía tocarles un peso según la vieja tradición liberal y conservadora.
De hijos y entenados, se están llenando los huecos geográficos, con y sin fronteras, con o sin murallas, pero todas consonantes con un "equilibrio".
"La tarea de reconstrucción de la conciencia nacional es larga y difícil: equivale a enseñar a andar a un paralítico. Pero su éxito depende de la subsistencia de la nación"1
¿Cuál es el hecho que lleva a un pueblo a perder el rumbo, la conciencia de lo que realmente quiere?
"...debemos recordar que el capitalismo naciente en la Argentina fue ajeno en sus hombres al hecho histórico que lo provocaba, produciéndose la paradoja de que le correspondiese a la clase obrera abrir la etapa del desarrollo económico burgués. Más aún: la nueva burguesía sigue aún incapacitada para jugar su papel, y es precisamente porque en la medida que asciende, pierde conciencia de su propia realidad para hacer suya la imagen de importancia que le presenta el tilingo2. Se queda en el "medio pelo" y, rechazando el triunfo burgués, se adecúa al remedio, a la imitación de la alta clase con la que cree tomar contacto cuando se acomoda a la imagen de alta sociedad que le brindan los declazados."3
"Hemos edificado toda nuestra vida con elementos prestados desdeñando todo lo propio, todo lo genuinamente nuestro, todo lo que llamo genio facúndico para designar sensiblemente –con una figura de representativa y rancia reciedumbre humana y popular– la expresión argentina. Nos hemos esforzado en cercenar nuestra historia colocando una fecha –1810– como el hito de una ‘zona de nadie’ separativa de dos mundos. Del mismo modo, aquella fecha que para ser histórica necesitó los siglos históricos precedentes, nos ha sido presentada siempre no como una continuidad sino como una negación. Como una obstinada y tozuda negación, a virtud de la cual hemos sacrificado nuestra ideosincracia existencial en el insano empeño de asumir una fisonomía copiada. Hemos cedido lo esencial por una copia. La copia de algo que ahora resulta efímero y deleznable.”
Pido permiso señores de la Academia de historia y del CONICET, como dice el tango- Soy doctora en Sociología de la UNAM y no de Historia, pero puedo explicar porque escribo así.
No es la misma, la construcción simbólica de la realidad y de la historia a través de la palabra, la conceptualización o las diversas formas simbólicas de la estética cuando se realiza con total libertad que bajo las recurrentes dictaduras que asolaron Nuestra América.
Cansado de escuchar a infinidad de dirigentes atribuirse el pensamiento del movimiento político más importante, aglutinador y si se quiere hasta mas complejo de Latinoamérica me puse a investigar el posible diagnostico patológico que más se acercaba a esta “enfermedad” que suele atacar a muchos mareados omnipotentes "conductores". Omnipotentes porque salvo Dios, que es el único que ellos creen los supera, son los segundos pegaditos al todopoderoso que tienen la formidable capacidad de conocer y ahondar en el pensamiento de una masa tan grande, formidable, dispersa y heterogénea como la perteneciente al Movimiento Peronista. “El peronismo hoy está enojado”, “el peronismo sabe quién es quién”, “el peronismo no permite a estos infiltrados”, “el peronismo esto”, “el peronismo aquello”.
Distintas ideas surgen de cierta impotencia sobre los resultados electorales de la ciudad, expresadas en su gran mayoría en lecturas despectivas sobre los electores del macrismo. Este tipo de análisis en caliente parecen encaminados más a la organización de un éxodo que a la consideración política de un distrito, y no explican nada.
Es increíble ver la preocupación de los defensores de la República sobre el retorno posible de los Nacionalismos populistas y otras sandeces.
Históricamente se designaba al mundo a través de la palabra, se lo describía, se lo representaba; la transmisión cultural de los mayores a los jóvenes era a través de la palabra. Pero hoy, sin ellas, cómo se transmite?.O lo que cae son los sentidos a los que hacían referencia?
La historia nacional de luchas y sacrificios tiene hitos fundacionales. Debe ser el basamento racional y emotivo de un proyecto nacional, pero sin descuidar la valoración del presente, de su sentir y acontecer.
Entre estos mojones se encuentran las movilizaciones populares, teniendo como epicentro la Plaza de Mayo. La resistencia a las invasiones inglesas, el cabildo abierto, los caballos atados de las montoneras de López y Ramírez, las manifestaciones a Rosas, los desclasados de Alem e Yrigoyen, las marchas socialistas y sindicales, el 17 de octubre, el 19 y 20 de diciembre del 2001…
Ellos son así. Violentos. Largan la dentellada y luego piden disculpas.
Lo hicieron desde la mesa de enlace agropecuaria. Lo hizo el ruralista Jorge Chemes, el candidato por la alianza cívico-radical, cuando declaró "hay que barrer a la mayoría, a la mugre, como en la guerra hay que ir matando a los de la primera fila, cortarles las manos a los Kirchner". Textual.
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