Escrito por Federico Gastón Addisi
En la conferencia del día de hoy me voy a referir a un pensador nacional polémico. ¿Su nombre? Atilio García Mellid.
Y digo que es un pensador polémico porque, a juicio de quien les habla, el centro medular de su pensamiento, plasmado fundamentalmente en su labor historiográfica –aunque para ajustarse mas a la realidad debería decir política-historiográfica – es ni mas ni menos que el protagonismo del pueblo como el centro de la Historia. Y esta simple y sencilla idea ya lo convierte en un hombre polémico tanto para los historiadores liberales que a lo largo de sus publicaciones escamotearon este protagonismo tras el tristemente famoso latiguillo de “civilización o barbarie” a través del cual invirtieron el significado de las palabras, toda vez que para ellos era bárbaro el gaucho, el criollo, el que pensaba y vivía en nacional, como producto de nuestra tierra, y civilización en cambio, era el unitario, el ilustrado que pensaba y vivía a la europea, queriendo reemplazar nuestra realidad por un modelo exterior, o en palabras del propio Mellid: “Bárbaro era cuanto se alineaba en la defensa de lo nacional, en la causa de la justicia para el pueblo”. (García Mellid, Atilio, Montoneras y caudillos en la Historia Argentina, Buenos Aires, EUDEBA, 1985 p. 27). Decía entonces, que García Mellid es un autor polémico para los liberales por los motivos que quedaron expuestos, pero también lo es para ciertos autores nacionalistas conocidos como “restauradores”, que más que en el pueblo siempre creyeron en el protagonismo de elites aristocráticas como artífices de la historia. Sin embargo, siempre hay una excepción que confirma la regla, y en este caso fue nada menos que Marcelo Sánchez Sorondo quien dijo: “En cabeza de Perón y a través del peronismo la prédica nacionalista se convirtió en doctrina nacional. Todo el país políticamente mensurable, se reconoce desde entonces en ese espejo que algunos pretenden fragmentar. Por la ancha convicción del pueblo nuestro país descubre que es nacionalista con San Martín, Rosas y Perón”. (SANCHEZ SORONDO, Marcelo, La Argentina por dentro, Buenos Aires, Sudamericana, 1987, p. 419).
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