Skip to main content

Enrique Pedro Osés, otro que "conviene no conocer, ni leer"

Como es de costumbre en este "cibernetico espacio" reencontrarnos con esos pensadores con arraigambre puramente Nacional, hoy queremos presentarles a este gran incentivador de pasiones nacionales, y pensamientos que permitieron la elaboracion de un Estado Nacional que se inició con una logia militar, Grupo de Obra par la Unificación (GOU).

Esta logia, no por casualidad tenia a este tipo de pensadores como materia de lectura obligatoria. Entre otros, Raul Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, José Luis Torres, Diego Luis Molinari, entre otros, y el que nos ocupamos en esta reivindicación historica, Enrique Pedro Osés.

Algunos dicen que Enrique Pedro Osés era el preferido de uno de los oficiales que mas sobresalian de esta logia, Juan Domingo Perón.

Fue director provisorio durante dos años (1930-1931), de la revista "Criterio". Dirigió el diario "El Pampero", una de las tribunas mas esplendidas del nacionalismo en la República Argentina, que cerró sus puertas a principios de 1945.

Entre los que colaboraban en "El Pampero" se encontraban el autor de tangos Ramón Solveyra Casares (con el seudónimo de Juan Potro).

Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia... o no?

DISCURSOS DE ENRIQUE P. OSÉS

SEGUNDA PARTE
o CUANDO LA PATRIA DIGA : ¡AHORA YO!

SÍNTESIS DEL DISCURSO REALIZADO EN LA CIUDAD DE SANTA FE

Una esperanza inmensa llena nuestra alma. Los que hemos tenido la dicha y la gracia de beber en el seno de nuestra madre, junto con la leche nutricia, la fe en Dios, teníamos que confluir, como un solo hombre en la solución de los males que tiene la Patria. No es necesario ser sabio, para ver donde esta mal. Los pueblos como el nuestro jamás apostatan. Quienes los llevan por falsos derroteros son sus dirigentes, los mismos que no tienen empacho en elevar una oración pública a la Eucaristía , mientras en la realidad del gobierno, transigen con todas las componendas, sin que tengan siquiera a su favor, el pretexto de una postura política circunstancial.

Quienes llevan a los pueblos a su derrumbe, a su ocaso, son las fuerzas tenebrosas que dominan su vida espiritual, su vida económica, su vida social. Quienes hacen de pueblos libres, pobres pueblos esclavos, son el liberalismo, el capitalismo y el marxismo.

El liberalismo , porque en la raíz misma en su esencia, no es sino la rebelión del hombre contra su creador.

El capitalismo , porque en su forma más directa, es la confabulación siniestra de los intereses económicos y materiales, sobre los derechos esenciales del hombre; ser libre, con un alma inmortal y un fin sobrenatural.

El marxismo , en fin, en sus múltiples manifestaciones, porque es el odio fomentado con un celo satánico, por quienes tienden, no a la justicia social, al bienestar del pueblo, y al reinado de la Verdad , sino al fin de la sociedad cristiana. Al reinado del Anticristo.

Era, pues, a nosotros, a quienes tocaba, en estas horas, señalar el fondo mismo de los males argentinos. Si muchos han andado a tientas, tanto tiempo, no fue sino porque abjuraron de su deber; si muchos han demorado en plegarse a nuestras filas, es porque les ha faltado el coraje para comenzar desde el principio. Ahora son millares y millares de argentinos los que encontraron la vieja luz que no se extingue. Ahora son millares y millares, los argentinos que han jurado, como aquel otro desengañado de los hombres mortales y pasajeros , "no más servir a Señor que se me pueda morir".

La Patria no muere, amigos. Todos los que van contra la Patria , son nuestros enemigos. Y todos, si está en nuestras manos, perecerán o pereceremos nosotros.

Esta es la demanda. Esta es la lucha en que estamos empeñados. Y que sólo concluirá con un triunfo y con una derrota. Y yo les aseguro, como si lo estuviera tocando con estas manos, que el triunfo es nuestro, absoluto, total, irrevocablemente nuestro.

ENRIQUE P. OSÉS

(1941)

ESTO SE ACABA

DISCURSO PRONUNCIADO EN LA CIUDAD DE RAFAELA, PROVINCIA DE SANTA FE

Esto se acaba, camaradas. Y esto principia. Diez años de lucha, por nuestra parte, están concluyendo con noventa años de molicie de la otra parte. Diez años de austeridad intransigente del Nacionalismo están concluyendo con noventa años de transigencias culpables del régimen y de los hombres del régimen. Cuando me llena de furor patriótico ver la magnitud de nuestra lucha de redención argentina, vuelvo la mirada atrás y veo que camino ya se ha recorrido. Y me digo: Lo que era antes la voz en el desierto, es hoy el clamor multánime; lo que era antes una martinfierrada individual, es hoy una milicia compacta; lo que era antes una esperanza remotísima, es hoy una realidad que estoy tocando con estas manos.

¡Persecuciones, cárceles, multas! ¡Qué poca cosa! Al cabo de diez años de lucha, nuestros enemigos no tienen más expedientes a su alcance que perseguirnos, encarcelarnos y matarnos. Y asimismo están perdidos. Inevitablemente perdidos. No perdamos un sólo instante la conciencia de nuestra fuerza. Somos invencibles. Porque hemos traído a la lucha el arma que no se mella jamás: la verdad.

Todo lo que hemos anticipado, está ya realizado. Decíamos que esto que os rodea y nos asfixia, iba a concluir en una farsa grotesca, de unos cuantos cientos de pilletes, de ladrones, de criminales y de cobardes echándose mutuamente las culpas y acusándose mutuamente de pequeños fraudes electorales, cuando el gran fraude hecho a la Patria , ese sí que no tenía ninguna importancia. Y estamos viendo a los políticos de este régimen, enrostrándose con cinismo perfecto, exactamente las mismas culpas, los mismos tremendos extravíos. Decíamos que la Democracia institucional iba a concluir en un callejón sin salida, para caer como una breva madura en nuestras manos, y este es el momento en que esta Democracia institucional, la más colosal y canallesca mentira del siglo, revienta en todas partes y aquí, llenando de mal olor a todo a su alrededor. Decíamos que era absolutamente imposible que, arriba unos o arriba otros, la masa argentina del trabajo, de la fe, del sacrificio y del dolor, no reaccionara al fin, y he aquí que esta reacción popular se torna cada día más incontenible. Y bien. Aquí estamos, camaradas, para decir: Teníamos razón. Todo está consumado. Basta de experiencias y de tanteos. Basta de llantos y de llamados. Ustedes, hombres del régimen, ni se pueden engañar ni pueden engañarnos. La juventud nacionalista ya no les reclama nada. Tienen sólo la apariencia del poder. Tienen la apariencia del Poder de Policía, que pueden encerrarnos en una cárcel; tienen la apariencia del Poder Judicial, que puede envolvernos entre las mallas de la red jurídica; tienen la apariencia del Poder de la Prensa ; del Poder económico, del Poder político, que todavía estrangulan con sus tentáculos legales a esta revolución de las almas y de los corazones argentinos. Pero nosotros tenemos el Poder inmenso, invencible, de la verdad . Se nos escapa esta verdad, de las palabras, de los hechos, de los poros de nuestra carne. Se les escapa esta verdad, al obrero, al colono, al minero, al que sufre hambre, al que tiene cerrados todos los horizontes. Se escapa esta verdad, del deseo de justicia que vibra en el fondo del alma de cada ser. No hay poder humano, no hay apariencia de Poder que sea capaz de anular esta verdad.

Camaradas nacionalistas. Yo no me ilusiono. Yo no me deslumbro, yo no me dejo llevar por la fantasía. Sería estúpido pensar que el andamiaje de este régimen infame, por podrido que esté, no puede sostenerse aún. Puede sostenerse. Hay intereses enormes que están unidos para sostenerse mutuamente. Pero carece de la savia vital. Por eso, reclaman a la juventud su aporte. Vengan con nosotros, nos dicen. Hay que defender las instituciones; hay que depurar la vida argentina; hay que unirse para una obra común, solidaria. Palabras. Paparruchas. Si me sacas de este pozo – decía el portugués cuento – te perdono la vida. La juventud nacionalista no tiende la mano, no la ha tendido nunca, para pedir nada a este régimen, ni para sostener este régimen. Hoy, que el régimen se bambolea, contempla con una feroz alegría ese bamboleo. Y está pronta para cumplir su misión. Pero sola. Ella sola. Con sus principios, con sus programas, con sus hombres. Con su moral. Con su justicia. Con su verdad. Sin participación, ni coparticipación. Hemos, estado haciendo la revolución nacionalista. Y ésta es integral. Es total. Ni sistemas, ni hombres viejos. Ni política electoral, ni economía sojuzgada, ni solidaridad alguna con el pasado que no sea el retorno a la tradición varonil de la Patria , cuando la Patria dictaba sus leyes al desierto, y dictaba su soberanía a todas las naciones del mundo, y la defendía con balas, con cuchillos o con piedras, o con aceite hirviendo.

ENRIQUE P. OSÉS

  • Visto: 8244