El hogar de la empleada de la “Fundación Eva Perón”
Los Hogares de Transito
Los hogares de tránsito se inauguraron en la ciudad de Buenos Aires en 1948, siendo las primeras obras edilicias de La Fundación3. Los hogares de tránsito, de acuerdo a los estatutos de la Fundación, nacieron con el fin de “proteger socialmente a la mujer que con o sin hijos, estuviera privada accidentalmente de domicilio por carecer de medios o por alguna razón que así lo condiga”.
Los hogares estaban destinados a dar alojamiento provisional y alimentación en forma gratuita mientras durara el estado de necesidad a toda mujer (con o sin hijos) que careciera de hogar. En un principio, la escasez de vivienda era el objetivo primordial a cubrir, pero también acudían a pedir alojamiento transitorio en Buenos Aires, mujeres que viviendo en el interior del país necesitaban por ejemplo, cumplir con un tratamiento médico, realizar un trámite, o conseguir trabajo. El estatuto menciona que los Hogares prestaban ayuda monetaria, o en elementos, como ropa, pasajes, viviendas, tratamientos médicos, elementos de trabajo, otorgando becas de estudios universitarios a toda persona carente de recursos que lo solicitara y que a juicio de la fundadora mereciera ser otorgado.
Si bien los estatutos indicaban que la ayuda que se brindaba era material, Evita, en el discurso de inauguración del hogar de tránsito nº 2 agregó un elemento más al señalar: “…estos hogares tienen como finalidad remediar la escasez de viviendas que hoy atraviesa el país, problema que el Presidente Perón está tratando de solucionar…El hogar de Tránsito da toda clase de facilidades: alojamiento digno, excelente comida, eficaz asistencial espiritual, material y moral, a los niños se les brindan exhibiciones cinematográficas y recreos de distinta índoles, clases de labores, costura…el hogar está dispuesto a enseñárselo gratuitamente para que este periodo de fatalidad que les ha tocado pasar sea provechosa para el día de mañana y puedan sentirse orgullosos de que el gobierno del presidente Perón también sabe preocuparse por los momentáneamente desposeídos brindándoles un panorama más hermoso….”4. Para las Hermanas del Huerto, sin embargo, el fin primero era la asistencia espiritual, pues señalaban que el fin de los hogares de tránsito era “alojar a las personas de humilde condición, a quienes se les provee de todo lo necesario, durante su estadía como también para después de su egreso, siempre que el caso lo requiera, brindándoles en primer lugar asistencia espiritual y algunas nociones para que al egresar pudieran hacer frente a la vida”.5 Es significativa la amplitud manifiesta al decir que se provee de todo lo necesario, dando lugar a pensar que no existían limitaciones concretas sobre la problemática a tratar. A la ayuda material que habitualmente proporcionaba la Fundación se añadió la asistencia espiritual y moral, entendida como la administración de los sacramentos.
Las mujeres que se alojaban en los hogares de tránsito tenían necesidades de todo tipo, las que en su mayoría eran cubiertas: si no había vivienda o trabajo, se conseguían; si estaba enferma, se curaba; si los hijos no podían estudiar, se los becaba. Pero con la ayuda espiritual se intentó darles la posibilidad de empezar de nuevo en todos los sentidos, es decir de colocar en blanco y negro la situación de cada mujer, si esta no estaba casada por Iglesia, se le ofrecía hacerlo, y si los niños no estaban bautizados o no habían tomado la Primera Comunión también se los preparaba a tal fin. La asistencia de las Hermanas del Huerto buscó ayudar a estas mujeres a las que “la vida no les había sido muy grata dándoles el alivio de la palabra divina”. No sólo se impartían sacramentos, sino que también se otorgaba, dentro de las posibilidades, algún tipo de enseñanza religiosa y de buenas costumbres. Eva Perón tomó conciencia de esta necesidad luego de una fallida experiencia en el año 1947. Sin saber todavía exactamente cuales serían los perfiles precisos que tendrían las diferentes obras de la Fundación, Eva Perón participó de dos ensayos que servirían de antecedente a los futuros hogares de tránsito. Entre fines del año 1946 y principios del 47, previo a su viaje a Europa, surgió la necesidad de ubicar a un sin número de personas, que bajo un estado de pobreza extrema, vivía debajo de los puentes o en la calle. Precipitaron los acontecimientos, la muerte por frío de tres chicos que dormían bajo el puente de Palermo. Ese mismo día Evita convocó, a través de Méndez San Martín, a una joven, entusiasta y bonita asistente social llamada Julia Viglioglia quien puso en funcionamiento a un grupo de asistentes sociales con la colaboración de las Hermanas del Huerto6. Ocuparon un amplio pabellón de forma rectangular, de aproximadamente tres cuadras de largo, que se encontraba desocupado en el hospital de Alienadas de la calle Vieytes 555. Luego de haber pintado y limpiado, dividieron con cortinas intentando crear habitaciones separadas para cada familia. En el término de una tarde prepararon el lugar con 240 camas, donde se alojó a la gente. Los problemas se suscitaron en forma inmediata; peleas, “intercambio de maridos”, y la falta de higiene debida a la ausencia de normas básicas de conducta de los alojados provocaron que este emprendimiento pronto finalizara.
La experiencia adquirida trajo dos consecuencias muy significativas para la apertura de los nuevos hogares: por un lado, estarían habitados sólo por mujeres y sus hijos pequeños y por otro, un exhaustivo control de las Hermanas del Huerto quienes impartirían una intensiva enseñanza de moral, buenas costumbres y comportamiento a las internas. Los hombres tenían prohibida la entrada en los hogares, salvo para fiestas de Navidad, Año Nuevo, Bautismos, Comuniones y obviamente casamientos, que se realizaban en las capillas de los hogares. Los hijos varones eran admitidos hasta los 14 años de edad siendo luego alojados en el instituto Moreno. En el caso de que existiera marido o pareja, se los ubicaba en un alojamiento municipal en el barrio de San Telmo, donde solo podían pasar la noche y se les entregaba subsidio temporario.
Las obras de las Fundación en general, y los hogares de tránsito en particular respondían a una estética muy cuidada, en la que no faltaba cierto lujo, contrario a la que habitualmente existía en este tipo de instituciones. Democracia describió los hogares de tránsito diciendo que poseían “amplios y ventilados dormitorios, modernos baños, patio de juego para niños, capilla, comedor primorosamente decorado, sala de estar y de costura, todo ello con un régimen social verdaderamente revolucionario y una atención de personal idóneo que hace de este Hogar una de las más bellas y cristianas realidades de la positiva obra social que realiza María Eva Duarte de Perón”7. El Hogar n/2, por ejemplo, tenía una capacidad de entre 80 a 90 camas, más las cunitas para los bebes. La casa que albergaba a este hogar era la más linda y lujosa, debido a sus antiguos dueños, los Carabassa, una familia perteneciente a la oligarquía argentina. En el primer piso había varios dormitorios y baños; coronado por la Virgen de Cobadonga, un patio andaluz, servía como lugar de estar. La enfermería alojaba a las mujeres que tuvieran alguna enfermedad contagiosa. Y un espacio, ubicado entre la sacristía y la ropería, almacenaba la ropa destinada a las familias que habitaban el hogar.
También se instaló la capilla con un bello altar presidido por la Virgen de Luján, y a su derecha el consultorio médico. Presidían los salones los retratos oficiales de Perón y Evita.
El segundo piso estaba destinado a más dormitorios y en uno de ellos muy equipado se hallaba la “guardería” o salita de cunas, donde estaban los bebés al cuidado de una hermana, mientras las madres hacían trámites o tratamientos fuera del hogar. El Hogar señalaba que las pequeñas y hermosas cunas con simpáticos decorados y colores claros de los muros hacen que este sea el más amable rincón de la casa.8 Junto a cada cama había una alfombra y en la mesita de luz, una radio. Todas las instituciones de la Fundación se caracterizaban por estar adornadas con importantes jarrones con flores frescas propias de la estación. Un luminoso patio de juegos compuesto por calesitas, hamacas y toboganes. También en la planta baja se encontraba el salón comedor dispuesto con varias mesas de maderas para cuatro personas, cubiertas con impolutos manteles con grandes cuadros en azul y rojo. Había un cuidado exhaustivo en los detalles buscando crear el clima de un verdadero hogar. Así lo recuerda Delfina V., una mujer que vivió en el hogar de tránsito nº2, “me di cuenta de que yo podía vivir decentemente y tener un hogar como Dios manda”9.
La decoración de los hogares no estaba librada al azar, se colocaron muebles y adornos de la mejor calidad posible, buscando crear en la persona que los viera, cierta reacción10. Evita, según recuerda la directora del Hogar nº2, “buscaba que la gente pobre supiese porqué tiene que luchar, que si no sabían lo que existía, nunca sabrían a dónde tenía que llegar, por eso buscó una decoración tan refinada y lujosa para todas las obras de la Fundación”11. Situación que remarca en su autobiografía: “cada hogar, así sea de tránsito, de niños, o de ancianos, está hecho como si fuese para el más rico y exigente de los hombres”12. La decoración de los tres hogares era similar y estaba realizada por las mejores casas de la época. No se reparó en ningún tipo de gastos para equiparlos y adornarlos, parte de los adornos eran regalos que tanto Perón como Evita recibían y que luego destinaban a equipar los hogares. Algunas mueblerías, también, obsequiaban o donaban artículos13.
Cada hogar de tránsito funcionaba con una triple estructura, cada una con su debida jerarquía: las empleadas administrativas, las religiosas y las asistentes sociales. El personal administrativo estaba integrado por: Directora, Secretaria Administrativa, auxiliar de secretaria y auxiliar de contabilidad patrimonial. La directora era la única responsable de las distintas actividades y de la estructura general del Hogar, teniendo a su cargo la supervisión de todas las tareas que se desempeñaban. De la dirección dependían en forma directa la secretaria, servicio social y el economato.
La oficina de asistencia social estaba compuesta por una jefa de asistentes sociales y tres profesionales más. Debían responder a la “más depurada técnica en la materia”, de ahí su capital importancia y la necesidad de contar con personal especializado, con títulos de Asistentes Sociales y de Visitadoras de Higiene que colaborasen directamente en la parte médico – asistencial de las internas y de sus hijos. Ellas daban ingreso a las mujeres, estableciendo el grado de necesidad de cada una mediante la Encuesta Social Familiar, priorizando a las que acusaban mayor grado de indigencia. La tarea del servicio social debía coordinarse con la oficina médica del hogar, de manera que la mujer y los niños pudiesen ser examinados confeccionándose el catastro y fichaje completo. Las asistentes sociales daban cauce a todos los problemas que se planteaban y eran las responsables de su solución desde el momento mismo que ingresaban hasta su egreso. Por ejemplo, cuando existía un problema de salud, por ejemplo una mujer debía operarse y venía con sus niños, ellos quedaban al cuidado de las hermanas en el hogar mientras la madre estuviera internada.
Por último, las Hermanas del Huerto, una congregación dedicada a la caridad y la educación, que formaban comunidad, es decir 4 hermanas por hogar. Ellas se ocupaban del economato y la instrucción religiosa y estaban en relación directa con las mujeres alojadas. La actuación de las hermanas del Huerto fue muy importante dentro de los hogares. Tanto las asistentes sociales como las administrativas trabajaban en dos turnos, mientras las religiosas estaban a tiempo completo.
Las mujeres asistidas
La condición de las mujeres alojadas en los hogares de tránsito estaba catalogada de pobreza absoluta o de indigencia, con un muy bajo nivel de sociabilidad y de instrucción, con carencias heredadas por varias generaciones y con problemas muy profundos y muchas veces de difícil o imposible resolución. Era gente que “no tenían donde caerse muertos, indigentes que vivían bajo chapas, venían muchos de Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero, Misiones, Chaco, Formosa, del sur casi nada” recuerda Adela Magistrelli, directora del Hogar nº 214. Pese a la creencia generalizada, a la gente no se le pedía ni que se afiliase ni se le preguntaban acerca de sus ideas políticas ni religiosas15. Según la tipificación realizada por las asistentes sociales la problemática de las mujeres que se alojaban en los hogares eran las siguientes: madre soltera, madre abandonada, familia ilegalmente constituida, prole numerosa, niños anormales, ancianidad, invalidez, enfermedad crónica, tratamiento médico, desocupación, tránsito justificado e inmigrantes, falta de vivienda. En general, se encontraban bajo la categoría “menos que indigentes, de pobreza extrema”. Los requisitos para ingresar en el Hogar eran variables, muchas veces se trataba de personas que Eva Perón había recibido en su despacho en La Fundación, a quien le entregaba un simple papel que decía: Alojar. Las condiciones bien las describía Democracia “….la mujer necesitada que comprueba su estado de tal, cualquiera sea su condición social, estado civil, religión, edad o nacionalidad, munida de la “orden de admisión” expedida por la Ayuda Social María Eva Duarte de Perón estaba en condiciones de ingresar al Hogar, siempre que no padezca una enfermedad infecto contagiosa o se halle enferma, para lo cual, previamente al trámite de admisión, la mujer necesitada es examinada clínicamente por el cuerpo médico que posee el Hogar..”.16
Una vez admitida, la mujer era fichada confeccionándole la encuesta social con los datos personales, el estado de necesidad, la condición social, los medios de trabajo, etc.
Gracias al ingenio y buen manejo de las asistentes sociales, que lograban captar globalmente la problemática luego de una ardua charla, se comenzaba con la búsqueda de soluciones.
Cuando una mujer ingresaba en el hogar, luego de ser ubicada por las hermanas en sus habitaciones y del baño de rigor, eran atendidas por las asistentes sociales. En entrevistas que podían durar varias horas, se daban cuenta, que en la mayoría de los casos, había problemas muy profundos para resolver. Quizás una mujer se acercaba pidiendo zapatillas para sus hijos, porque no las poseían, pero cuando las asistentes sociales comenzaban a analizar las situaciones particulares, a hurgar en los problemas y las circunstancias en que estas familias vivían advertían que la complejidad y profundidad de los mismos podían llegar a limites insospechados. Por ejemplo, podía haber un marido golpeador, falta de trabajo, uno o más chicos enfermos, falta de vivienda que las obligaba a vivir en la calle, etc. Es decir, el disparador no era exactamente el único punto a solucionar.
Una vez que la mujer y sus niños tenían la entrevista con la asistente social, se la derivaba al consultorio médico donde se le realizaba un chequeo general completándose una ficha médica con datos sobre posibles enfermedades, vacunas, etc. Los hospitales Fernández y Rivadavia eran los que las recibían en caso de necesitar internarlas. Como mucha gente venía a realizar un tratamiento o a operarse, la médica del hogar actuaba como centralizadora de toda la información clínica de las mujeres y niños hasta que fueran externadas. Durante el tiempo que permanecían en el hogar, el Servicio Social actuaba activamente estudiando y evacuándolos múltiples problemas médico - sociales de urgencia que determinaban el estado de necesidad, por ejemplo ante el caso de mujeres que traían a sus hijos a realizar tratamientos médicos largos, como el de los siete hermanos con labio leporino que fueron operados en el
Hospital de Niños y alojados en el hogar de tránsito número 2, las asistentes sociales buscaban trabajo para las madres siendo, en muchos casos, empleadas en casas de familia. Una vez solucionado el problema, las asistentes sociales se contactaba con el gobierno provincial y se trataba de colocar a la mujer en oficios varios en sus respectivos lugares de procedencia, proveyéndolas de ropas, muebles y habitación e inclusive se les pagaba el pasaje de vuelta a su pueblo o ciudad.
El reglamento de la Fundación daba un plazo para resolver los problemas que oscilaba entre los 8 y 15 días, excepcionalmente y mediando razones especiales y justificadas, podrían excederse en 5 días más. De cualquier manera era muy difícil medir el tiempo exacto de permanencia, ya que la naturaleza de cada caso podía implicar un mayor tiempo para su adecuada solución, como los tratamientos médicos, que dependía del tiempo que durasen o la espera para la construcción de una vivienda.
BIBLIOGRAFIA
- Fundación Eva Perón. Estatuto. Capítulo II Artículo 4. Buenos Aires, 1955.
- Fundación Eva Perón. Reglamento General. Artículo 1. Buenos Aires, 1955.
- El Hogar n/ 1 fue inaugurado el 3 de abril en la calle Carlos Calvo 102. El N/ 2, el 19 de junio en la calle Lafinur 2988. El N/3 se inauguró el 14 de agosto en la calle Austria 2561. En un principio todos llevaban el nombre “Señora María Eva Duarte de Perón”, pero luego del accidente aéreo ocurrido en Ecuador, cuando Enfermeras de la Fundación regresaban a nuestro país después de llevar ayuda para una catástrofe ocurrida allí, los hogares y la ciudad infantil pasan a tomar el nombre de las fallecidas. Adquiriendo los nombres de María Rebello, Luisa Komel y Evangelina Bárzola, respectivamente.
- Eva Perón. Mensajes y Discursos. Discurso pronunciado el 19 de junio de 1948. (Buenos Aires: Fundación pro Universidad de la Producción y del Trabajo – Fundación de Investigaciones Históricas Eva Perón, 1999).
- Hermana María Eufemia Petraglia, Superiora del Hogar de Tránsito N/ 2. En Archivos privados de las Hermanas del Huerto. Junio de 1948.
- Eva Perón pidió especialmente al Hospital Rivadavia que le envíen dos hermanas para poder desarrollar la labor dentro del pabellón.
- Democracia (Buenos Aires) 15 de abril de 1948.
- El Hogar (Buenos Aires) 9 de septiembre de 1949.
- Entrevista de la autora a Delfina V.
- Era tal el lujo del mobiliario, que las mesitas, sillas, pequeños aparadores y sillones hoy son patrimonio del Museo Histórico de Luján y el Museo Histórico de Parque Saavedra.
- Entrevista de la autora a Ana Macri, secretaria hogar de transito nº 2.
- Eva Perón: La Razón de Mi Vida. (Buenos Aires: Editorial Escolar Peuser, 1952), 227.
- El mobiliario de las habitaciones y comedores eran de estilo provenzal y habían sido adquiridos en la famosa y coqueta mueblería Au Meuble Rustique, de la calle Santa Fe y Carlos Pellegrini. Los adornos de los hogares eran de la casa Thausin Varadi. La loza, Roger Valet y la batería de cocina y los electrodomésticos, del Bazar Dos Mundos.
- Entrevista Adela Magistrelli, directora del hogar de tránsito nº2.
- Entrevista Laurella Goette, asistente social, hogar de tránsito nº 2.
- Democracia (Buenos Aires) 10 de junio de 1948.
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