"La mision SAPAG"*
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Escrito por Administrator
Escrito por Guillermo Sebastián Mircovich
Escrito por Administrator
Escrito por Jorge Oscar Sule
Escrito por Roberto Bardini
"Para conducir un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo. El conductor siempre trabaja para los demás, jamás para él. Hay que vivir junto al pueblo, sentir sus emociones y entonces recién se podrá unir lo técnico a lo real y lo ideal a lo empírico. Algunos creen que un pueblo se conduce mejor cuanto más ignorante sea. Es teoría también de algunos conductores políticos: cuanto más ignorante mejor –piensan-, porque ellos conducen al pueblo según sus apetitos. Los apetitos propios de un pueblo de ignorantes son malos consejeros para la conducción, porque los apetitos están en contra de la función básica de la conducción: que sea un pueblo inteligente y con iniciativa propia”.
Juan Domingo Perón, Conducción Política, 1951
Vivimos una extraña época en que los que tenemos una afinidad ideológica más o menos inspirada en las obras y la doctrina de Perón integramos apenas una minoría. No es común encontrarse con personas que discuten en la vía pública defendiendo aquellos ideales. Es más, en los últimos veinte años no me crucé con ninguna experiencia semejante. Tampoco se lo exalta, al olvidado general desde las cátedras educativas, ni aparece en las tapas de las revistas. Sus afiches, en las Unidades Básicas, se caen de viejos.
Algunas reflexiones sobre el periodismo militante
“Sabíamos del orinitorrinco por la escuela y del baobab por Salgari, pero nada de baguales, ni de vacunos guampudos e ignorábamos el chañar, que fue la designación del pueblo hasta que le pusieron el nombre suficientemente culto de Lincoln”
Arturo Jauretche
La ligazón existente entre los medios de comunicación y nuestra cotidianeidad, y la influencia que éstos ejercen sobre opiniones y conductas resultan en la actualidad cuestiones indubitables. Una posición a mi juicio extrema pero que da cuenta del fenómeno, ha llegado a sentenciar que en la vida moderna “el orden de prioridades establecidas por los medios de comunicación determinan la capacidad de discriminación temática en el público, por cuanto éste, responde a los mismos criterios de prioridades presentes en los medios de comunicación de masas”.[1] Se compartan o no los alcances de dicha afirmación, cierto es que los mass media constituyen parte integrante de nuestro periódico devenir ya que ellos contienen un potencial capaz de incidir en conciencias, razonamientos y valoraciones.
La democracia se fundamenta en un contrato en el que los ciudadanos transfieren el poder a sus representantes, comprometiéndose a la obediencia a cambio de protección. La administración de la culpa es la estrategia de disciplinamiento que utiliza la democracia en el caso de Estados protectores: los representados saben que la desobediencia trae como consecuencia el peso de la ley.
Como en los cuentos en los que se llega a un punto y se puede volver atrás, o al llegar al final se puede elegir entre varios desenlaces distintos según uno elija, así está hoy nuestro Pueblo.
Cuando el concepto político se expresa como promesa de cumplimiento en función de alguna tarea como alternativa de progreso, esta debe ser cumplida indefectiblemente, porque el ciudadano no olvida la palabra de un día para el otro y el quebrantamiento de lo prometido y no cumplido, comienza a formar una aureola como de violación o frustración a lo insinuado como obra a construir. Tal el caso de la isla Demarchi a la cual se refirió la Señora Presidente hace pocos día, lugar estratégico de la Ciudad de Buenos Aires donde las planificaciones abundaron en promesas incumplidas, o los talleres ferroviarios de Tafí Viejo donde las informaciones cesaron de manifestarse y no se sabe si fabricamos o reparamos todo lo que hace al sistema del ferrocarril a sabiendas que no son pocas las defecciones en este sistema.
De hijos y entenados, se están llenando los huecos geográficos, con y sin fronteras, con o sin murallas, pero todas consonantes con un "equilibrio".
El nombramiento de Ricardo Forster al frente una repartición de ambiciosa denominación, vuelve a proponer un tema que viene del fondo de nuestra historia: cómo es nuestra cultura y cuál es su papel en la definición de nuestra identidad.
En el trascurso de estas últimas décadas hemos observado con desazón que hay cada vez menos jóvenes militantes, esto se puede dar por varios factores que pueden ser: descontento, disconformidad, escepticismo, falta de oportunidades, etc, etc., de ellos y en más de una oportunidad trasladada de padres a hijos.
Un factor implícito que hiere de muerte a los jóvenes es eso que está prohibido pero al alcance de las manos, esta ahí.
Mi marcado interés por las problemáticas culturales, socioeconómicas, las relaciones de poder entre los pueblos y las personas, me lleva a intentar dar respuesta a las cuestiones citadas en el título del artículo, planteando qué papel puede llegar a desempeñar la educación, en un contexto de globalización-exclusión.
Consultando el “Diccionario de Sinónimos, Antónimos e Ideas Afines” de Larousse, puedo transcribir el término “CRISIS” como: “Conflicto, problema, dificultad, apuro, cambio, transformación, inestabilidad”.
Claramente, pensado desde una perspectiva occidental representa la metáfora del muro, nos sugeriría un escollo.
Las concepciones orientales observan otras apoyaturas, los chinos por ejemplo, hablan de crisis como oportunidad.
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LA VIDA POR PERÓN
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