Carta a Borlebghi (15-11-1957)
Caracas, 15 de Noviembre de 1957
Sr. D. Ángel G. Borlenghi
La Habana
Mi querido amigo:
En estos momentos doy término al último capítulo de mi libro "los Vendepatrias" dedicado a todos los compañeros caidos y perseguidos por la canalla que azota a nuestro país. He deseado hacerlo para usted personalmente por intermedio de esta carta, ya que ha sido uno de nuestros hombres más injustamente calumniados, sin duda, por haber sido también el más útil, más leal y más sincero servidor del pueblo a lo largo de toda su vida.
Si bien la lucha por el pueblo acarrea estos inconvenientes tiene, en cambio, inmensas satisfacciones.
Nosotros tras los sacrificios y penurias del esfuerzo comenzamos ahora a recibir las satisfacciones del reconocimiento popular. Es, precisamente, en estos momentos que yo dirijo la gratitud de mi espíritu a los hombres que, como usted, lo dieron todo por el movimiento sin otro interés que el de ser leales servidores del pueblo y de la patria.
Nadie, como yo, han sido testigo de toda su grandeza espiritual en la desinteresada tarea de servir: lo he visto desde los prolegóneros de la epopeya justicialista en el sacrificio de interminables horas de trabajo por reivindicación de los trabajadores, lo he seguido luego en el ministerio con su ecuanimidad imperturbable, su juicio sereno y su elevada apreciación de los hombres y de los hechos y lo he observado en los momentos de decisión siempre pronto al sacrificio personal por el bien de la comunidad y la causa que servimos.
Reconozco que su extraordinaria experiencia llegó siempre más lejos que nuestra propia previsión y los hombres pequeños que lo combatieron, mostraron en las horas de prueba, toda su pequeñez y su miseria.
Y, ¡a cuantos de ellos me ha sido dado enrostrárselo!. Por eso, usted debe sentirse feliz en su pobreza, como me siento yo mismo, porque poseemos una riqueza que no todos alcanzan a comprender y a gozar.-
En las duras horas que vive el pueblo Argentino en la actualidad está patente nuestra verdad, esa verdad que usted ha sostenido durante toda su vida de dirigente y que, en estas horas aciagas, refleja también toda su grandeza y su sinceridad. Las lecciones más duras suelen ser las que mejor enseñan ¿Cuántos pensarán en estas horas en Borlenghi? esa es una satisfacción que no se alcanza sino con el sacrificio.-
Los que no tienen una causa para servir, no merecen la vida y el hombre aún cobarde, no escapa a su destino. Usted tiene la satisfacción de haber sido el hombre de una causa y haber hecho útil su vida. En nuestro reconocimiento está el único premio que puede llegar y llenar su espíritu superior, por eso deseo que sepa por mi propia palabra, todo mi agradecimiento por todo lo que usted ha hecho por la grandeza de nuestro movimiento y conozca también que al dedicar mi libro, usted estaba preferentemente en mis pensamientos y en mi corazón.-
En ese recuerdo agradezco también al consejero leal todos sus sabios y prudentes consejos que el tiempo ha venido demostrándome en todo su verdadero valor. Cuántas veces he recordado esto en las horas duras y penosas del exilio y la lucha presente.
Yo no puedo dedicar mi libro a ustedes, mis amigos y compañeros, sin hacer un distingo especial hacia el hombre que, desde la primera hora, jugó su vida y su destino junto a mi, en las horas de incertidumbre con decisión insuperable y en las de triunfo con una modestia y prudencia que evidenciaron su verdadera y auténtica grandeza.
Esa es la causa de esta carta, que anhelo le llegue como mensaje sincero del amigo y compañero de todas las horas, que le guarda con su admiración un indestructible cariño y una inextinguible gratitud.
Un gran abrazo
Juan Domingo Perón.
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