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Carta a Dr. Manuel Anchorena (2-02-1970)

Madrid, 2 de febrero de 1970.

Dr. Manuel de Anchorena Buenos Aires - República Argentina

Mi compatriota y amigo:

Le agradezco el envío de las publicaciones sobre la "Campaña Pro Repatriación de los restos del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas" y para la solidificación de las bases de nuestra liberación nacional. Ambas cosas deben merecer la preocupación patriótica de los argentinos, porque para asegurar el destino es tan importante defender su futuro como hacer justicia a su pasado.

Don Juan Manuel, no sólo ha tenido la gloria de su grandeza, sino que también ha merecido el honor que le han rendido la infamia y la calumnia de los hombres pequeños. La calumnia, la diatriba y el insulto son siempre homenajes que se rinden a un mérito, a una virtud o a un valor. Pocos han sido más indecentemente calumniados: ello sería ya mérito suficiente como para considerarlo sin más entre los grandes.

Estas son causas cuya defensa no moviliza intereses sino honestidades. Defender al ausente frente a la insidiosa maquinación de la calumnia orquestada por el odio y la pasión subalternos, es una obligación natural de toda persona honrada y, cuanto tal defensa pertenece a la Historia, es una imposición de la propia conciencia de los hombres y de los pueblos.

Desde niño ha repugnado a mi espíritu cuanto se ha escrito sobre Rosas en las "historias" fabricadas por los escribas de la ignominia y el rencor. Hace muchos años, en oportunidad de realizar investigaciones históricas en el Archivo General de la Nación, se me ocurrió echar una ojeada a los archivos documentales de la época de la Santa Federación y me fue dado comprobar que la documentación existente me era totalmente desconocida y yacía bajo una capa de polvo que evidenciaba lo poco que había sido consultada hasta entonces. Esa "historia" había sido escrita' "de oído", como la música barata, por historiadores de ocasión y por encargo. Ha sido necesario esperar la acción de los revisionistas históricos para conocer una realidad oculta bajo la oscuridad nefasta de la mentira.

Nadie, como los que han sufrido el azote de la infamante falsedad de los perversos y la triste incomprensión de los demás, puede juzgar con objetiva ecuanimidad esta clase de delitos contra la verdad y el honor, que suelen azotar sin piedad a los que honradamente trataron de hacer algo efectivo por la libertad y la grandeza de su Patria y la felicidad de su Pueblo.

En la lucha por la liberación, el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas merece ser el arquetipo que nos inspire y que nos guíe, porque a lo largo de más de un siglo y medio de colonialismo vergonzante, ha sido uno de los pocos que supieron defender honradamente la soberanía nacional en que se debe asentar la decencia de una Patria y, no en vano San Martín, que había luchado por esa misma liberación, desde el exilio, al que lo habían condenado los enemigos de afuera y de adentro, le hizo llegar su espada y su encomio, que era como arrimarle un poco de su gloria de soldado y de su alma de ciudadano excepcional.

Por eso, querido compatriota y amigo, no sólo me siento atraído por lo que Ustedes están haciendo sino que, desde lo más profundo de mis sentimientos de soldado y de argentino les hago llegar mi más absoluta solidaridad y enhorabuena.

Firmado: Juan Domingo Perón.

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