Carta al Cnel. Julio Socrates Fernandez (05-07-1970)
Madrid, 5 de julio de 1970
Al Cnel. Julio Sócrates Fernández
Buenos Aires
Estimado Coronel:
Por mano y amabilidad del amigo Leopoldo Frenkel he recibido su carta del 30 de junio próximo pasado y a pesar deli premura del tiempo no he querido que regrese sin que lleve a contestación siquiera sea lacónica.
Comenzaré por adjuntarle la "DECLARACION DEL COMANDO SUPERIOR PERONISTA" que, en síntesis brevísima, contiene lo que pensamos con respecto a la situación comentada. No se nos escapa, como allí decimos, que la Patria vive días de grave amenaza sin que, por lo que deducimos, se llegue a entrever alguna esperanza. Tal como van las cosas, presuponemos nuevas maniobras destinadas a nuevos fracasos porque, cuando se viven circunstancias como las actuales, más que el Gobierno, cuentan los hombres que han de componerlo y, por lo que se ve, pocas ilusiones pueden hacerse los que anhelan soluciones salidoras para la Nación y para el Pueblo.
Tal como ha venido evolucionando la situación del país en los últimos quince años el dilema que se presenta es ya de una rigidez insoslayable: o se procede con grandeza y desprendimiento o se expone al país a muy graves consecuencias, pues no es un secreto para nadie el repudio generalizado hacia la dictadura militar, como también que grandes sectores de la comunidad preparan una violencia con qué responder a la de la repre¬sión gubernamental. Así suelen comenzar todas las guerras civiles.
Por otra parte, creo que en los últimos quince años se ha demostrado en forma sumamente elocuente que, en la Argentina, nadie podrá gobernar sin el concurso organizado del Pueblo y la dictadura militar ha perdido ya toda posibilidad de alcanzar tal concurso porque, ese mismo Pueblo, está decidido a ser dueño de su propio destino y anhela tomarlo en sus manos. Por eso, hay una sola solución: normalizar institucionalmente y con premura la situación general del país, sin intentos de trampas ni "triquiñuelas" infantiles como las que se ha pretendido utilizar hasta ahora para burlar la decisión popular.
El discurso presidencial en el acto de asunción del mando no se ha caracterizado precisamente por su claridad respecto al futuro. Ni siquiera se puede deducir de él una explicación aceptable que justifique el desplazamiento del anterior. En los aspectos fundamentales, en lo que hace a lo económico y político no puede inferirse más que el mantenimiento de la inspiración de Krieger Vasena con tímidas promesas desarrollistas y un confuso compromiso de salida constitucional. En la opinión popular, el nuevo "gobierno" no es más que títere en manos de los jefes militares con el agravante de su procedencia foránea.
Para nosotros, a pesar de la aparente coyuntura favorable, las viejas camarillas de los partidos tradicionales no se muestran excesivamente exigentes con la vuelta al camino electoral; desde ya que ésto no es índice de madurez, más bien lo explica la falta de adecuación de sus viejas postulaciones a las nuevas necesidades. Limitados por la estrechez de miras de sus doctrinas, desenmascarados por su complicidad durante tantos años con las dictaduras de turno, carecen de perspectiva y de la necesaria libertad de acción, lo que los condiciona a la iniciativa de la acción militar. Pobre el Gobierno si cae en la tentación de repetir por eso anteriores errores.
Sería demasiado largo extendernos en la exégesis de las numerosas circunstancias que configuran la aparente tentación de volver al insidioso camino del fracaso pero, nosotros no encontramos en todo este proceso, nada que nos haga pensar en lo contrario. Por eso preferimos esperar a los hechos y hasta tanto ellos comiencen a producirse, mantenernos en la misma situación y en la misma lucha. Es demasiado grande la responsabilidad que nos atribuimos como para no usar la mayor prudencia en los medios de defenderla.
No creo que haya nada más simple que las soluciones que se presentan, si se tiene la grandeza y la buena fe que se necesita para encararlas y realizarlas. Pero, como opinamos nosotros, todo ha de comenzar con la solución política ya que el problema fundamental del país es de este carácter. Lo económico y lo social dependen de él porque en este campo, como en el estratégico, los éxitos tácticos se anulan cuando se procede en una situación estratégica falsa.
:O se procede dentro de la Constitución Nacional (buena o mala que tenemos) y se devuelve al Pueblo lo que es del Pueblo o se estará trabajando para llegar a la guerra civil, que suele se* el peor azote para una Nación. La responsabilidad de las Fuerzas Armadas es en esta ocasión demasiado grave como para que no se pongan a pensar en semejantes consecuencias. No son los pocos generales interesados en un intento los que deben decidir, sino todos los miembros de las Instituciones que cargarán con esa responsabilidad. Colocadas las Fuerzas Armadas en situación irreversible frente al Pueblo, uno de los dos ha de desaparecer y no creo que eso pueda lograrse con un Pueblo.
Creo haberle dado a grandes rasgos mi opinión con respecto a la situación que le interesa. He conversado largamente con el amigo antes citado y él podrá explicarle de viva voz, cuánto sería demasiado largo para hacerlo en esta carta. Dios quiera que la sabiduría y la prudencia necesarias iluminen a los que tengan que decidir.
Afectuosamente.
Firmado: Juan Perón.
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