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Carta al Sr. D. Rogelio Frigerio (12-11-1963)

Madrid, 12 de noviembre de 1963.

Señor D. Rogelio Frigerio

Mi querido amigo:

He recibido su carta del 30 de octubre ppdo., y comparto los interesantes conceptos en ella contenidos, como asimismo en el del "Pensamiento de la UCRI" que me adjunta.

Si queremos alguna solución para el futuro será menester que nos pongamos en claro objetivamente sobre el desenvolvi­miento que van teniendo los sucesos provocados por los "chim­pancés" en el lapso de su corta pero mala actuación. La lucha anecdótica de todos los días no les permite ver la verdadera lucha y mientras algunas facciones políticas se encuentran empeñadas en hallar la forma de hacer trampa en las elecciones, los verdaderos beligerantes estudian minuciosamente la forma de devorarlos; y mientras algunos pigmeos de la política juegan a la guerra o al gobierno, el país se sigue hundiendo en la abyección y el desprestigio, como si contra la nacionalidad y la Patria se hubieran conjurado todos los histriones de la ambi­ción y el interés, disfrazados de "estadistas" y de "soldados".

Lo más doloroso de la tragedia argentina es la falta de grandeza de algunos de sus protagonistas para comprenderla y para sobreponerse a sus pasiones y a sus intereses. Por eso hace siete años que el país se debate en una lucha estéril que lo ha llevado al borde mismo del precipicio, en tanto un "cipayis- mo" casi congénito nos ha ido convirtiendo en una factoría colonial, sin prestigio, sin honor, sin honestidad. El pueblo asiste entre perplejo y desilusionado al trágico espectáculo de su destrucción y su ruina; ha sido privado de sus derechos esenciales y colocado al margen de la vida nacional por los pretendidos "factores de poder" que han provocado y desen­cadenado la tragedia que vive. Impotente ante la fuerza y la violencia, no ha tenido otro remedio que usar la resistencia pasiva que sumada a los desatinos gubernamentales han confor­mado la caótica situación que se vive. Se pretende ahora resol­ver la situación dividiendo al país en réprobos y elegidos, con lo que no se conseguirá más que profundizar el abismo que los separa y preparar futuras tempestades sobre los vientos que se están sembrando.

Por eso veo con dolor y con lástima a los actuales presti­digitadores de la política criolla empeñados en cocinar un gui­so de liebre sin liebre, como resulta cuando se quiere insidiosa­mente forjar una solución política y democrática con la ausen­cia del pueblo o, lo que es peor, cuando se pretende que éste acepte sus sofismas como buenos o se someta a sus arbitrarie­dades electorales para llegar a soluciones preconcebidas y a todas luces injustas y forzadas. El "problema argentino" tiene una sola solución que puede conducir a la normalización de la vida cívica, profundamente alterada por procedimientos violen­tos y arbitrarios: suprimir la violencia y la arbitrariedad y hacer actuar en su lugar el buen sentido, la justicia y la ecuanimidad.

El peronismo, consciente de su responsabilidad y de su fuer­za, no puede seguir aceptando la comedia ni tolerando a sus comediantes. Ha esperado hasta el 15 de noviembre, pero no está dispuesto a seguir esperando el cumplimiento de vanas pro­mesas, desvirtuadas todos los días por las declaraciones públi­cas, aunque reafirmadas por declaraciones privadas. Si el 15 de noviembre no se han aclarado definitivamente las condiciones y eliminado las limitaciones que se anuncian para el peronismo, comenzará de nuevo la guerra que suspendimos hace poco.

Hubiéramos querido llegar legalmente, pero parece que no nos quieren dar esa chance; entonces sólo nos queda llegar co­mo sea. La tarea en los bufetes ha termiando, ahora lucharemos en la calle que es donde somos realmente fuertes. Aunque para nosotros el país ha estado ante toda otra consideración, pensa­mos que por esa misma razón debemos ahorrarle, aunque sea un día, de estar en las manos de estos "chantapufis". Ya no es posible perder más tiempo sin sacrificar algo de la excelente si­tuación que se presenta. Estamos seguros de que el "gobierno" no aguantará el "sogazo" ni sobrevivirá a su pequeñez y a su ineficacia, porque el golpismo militar está latente como antes, dentro de las propias fuerzas que suponen que lo sostienen.

Esperamos que las fuerzas políticas comprendan la realidad y nos acompañen en la lucha. Las que no lo hagan así perderán mucho de su popularidad, porque la desesperación de la masa y de los demás estamentos nacionales han creado un clima favora­ble a cualquier cosa que no sea esperar a que estos insensatos nos lleven a una situación peor. Nuestros objetivos están asegu­rados, todo es cuestión de tiempo y de formas de ejecución. La oligarquía ha arruinado al pueblo y éste está decidido a arruinar a la oligarquía; y cuando se produce semejante enfrentamiento no hay fuerza capaz de desvirturar el curso de la historia. Nadie podrá ya hacer cambiar el rumbo que el pueblo ha tomado, ni siquiera nosotros. Para mí ésta es la situación y éstas son las perspectivas. Se inicia ya una nueva etapa cercana a la decisión y al epilogo de este drama que desde hace siete años vive el pue­blo argentino, que mansamente ha soportado las mayores injus­ticias y arbitrariedades. Pero todo tiene su fin.

Los alegatos han perdido valor ante la realidad de la incer- tidumbre que se nos ofrece como solución y es lógico que ya nadie aguante nuevas patrañas y mentiras. El 18 de marzo ha sido demasiado elocuente como para que nos hagamos ilusiones con referencia a futuros procederes de mayor grandeza y des­prendimiento. Todo cuanto ocurra se justifica ante este mons­truoso despojo que se ha cometido con el pueblo y los culpa­bles difícilmente podrán descargarse de esa culpa si antes no prueban su arrepentimiento con hechos que lo justifiquen feha­cientemente. Para todos queda aún un camino de salvación, pe­ro es la última oportunidad de tomarlo.

Ustedes deben pensarlo muy bien y tienen también la oportunidad de unir el esfuerzo a nosotros, pero este esfuerzo ha de ser desinteresado y honesto, porque ya no caben conduc­tas aleatorias ante un panorama tan claro. Hoy lo más político es obrar con rectitud y honestidad, porque en la República Argentina ya no queda nadie que no se haya "avivado" lo su­ficiente. Ha sido mi deber al amigo exponerle las cosas con crudeza, pero con absoluta sinceridad, para que no pueda creerse en el futuro que no he sido honesto en mis manifesta­ciones y claro en mis pensamientos. Antes de un mes la situa­ción va a ser muy crítica y los que no hayan tomado posiciones oportunamente pueden quedar desplazados de la realidad.

Un gran abrazo.

Firmado: Augusto.

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