Carta al Sr. R.J.A. (28-11-1958)
Ciudad Trujillo, 28 de noviembre de 1958.
Al Sr. R.J.A. Buenos Aires
Mi querido amigo:
Contesto sus cartas del 10 y 13 de noviembre pasado y le agradezco su recuerdo y sus valiosas informaciones que completan el cuadro de las que me llegan por otros conductos y me permiten integrar la situación general y conocer otros puntos de vista muy interesantes, por lo que le pido que me siga remitiendo su correspondencia en la forma que lo ha hecho hasta ahora. Tratándose de Usted, con quien venimos trabajando hace tantos años, la información me resulta doblemente valiosa porque yo sé de su sinceridad, lealtad al Justicialismo y honradez.
Yo sé que, como me dice Usted, los compañeros dirigentes gremiales son una absoluta garantía de honestidad de propósitos y de lealtad a los principios que forman nuestra doctrina y alimentan nuestra lucha. La experiencia de muchos años me demuestra esas virtudes en los companeros y mi invariable conducta hacia la orientación sindicalista durante toda mi gestión de Gobierno demuestra mi consecuencia hacia los mismos principios que éllos sustentan. Muchas veces les he dicho públicamente a los dirigentes sindicales reunidos en la C.G.T. y en otros lugares que el Justicialismo tendía al "Estado Sindicalista" como objetivo final y que, las formas adoptadas por el Movimiento Peronista estaban destinadas a realizar la metamorfosis paulatina sin caer en demasías inútiles y sin provocar transiciones violentas. La composición de nuestro Gobierno y de nuestro Parlamento, su evolución hacia formas cada vez más sindicales y menos políticas; a la preponderancia efectiva de la Central Obrera dentro de las Instituciones nacionales y la agremiación integral que comprendía a las fuerzas del trabajo, patronales de la producción, la industria y el comercio, los profesionales, universitarios estudiantes, etc., como asimismo la tendencia constitucional impresa en la Constitución de 1949 y, en especial, la de las provincias del Chaco (General Perón), La Pampa (Eva Perón) y otras, iban dando a la evolución el tinte paulatino sindicalista, sin recurrir a las formas bruscas. Es indudable que el país aún no se encontraba y no se encuentra en condiciones de introducir una reforma integral hacia el "Estado Sindical", porque subsisten aún, con preponderancia, las formaciones políticas, máxime con el triunfo momentáneo de la reacción en la revolución asesina de 1955 y el Gobierno que le ha sucedido en manos de otro sector de la misma reacción.
En este momento, si el Peronismo, aún con el nombre de Justicialismo, tratara de evolucionar hacia la formación de un "Partido Clasista" cometería un error porque concitaría la opo sición de grandes sectores de las otras clases que nos son afectas y que pueden servir cualitativamente a nuestra causa. El Proceso debe ser paulatino y formativo: hay que sindicalizar en gran escala para que, sin distingo de las actuales clases, se
rvaya imperceptiblemente llegando al sindicalismo integral, después de lo cual el "Estado Sindicalista" será un hecho que se ha producido sin necesidad de encender una lucha peligrosa. Los hechos que se han producido en 1955 y que se están produciendo en nuestros días, demuestran de una manera elocuente que es menester andar, en esta cuestión con una prudencia absoluta, tratando de hacer sin agitar un fantasma que, por desconocido, resulta muchas veces mal apreciado.
Por esas razones y muchas otras que sería largo enumerar, creo que en la organización de nuestras actuales fuerzas gremiales y políticas, debemos actuar con gran tacto e inteligencia, realizando una tarea eficaz en la unificación de propósitos, manteniendo una absoluta unidad de acción en la lucha a través de una comprensión que asegure una cclaboración y cooperación entre las distintas fuerzas que conforman cualitativa y cuantitativamente a nuestro Movimiento.
No se me escapa que nuestra principal fuerza actual radica en las organizaciones sindicales, ni dejo de comprender que el mayor aporte peronista proviene de la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales, ni dejo de entender la influencia preponderante que los dirigentes sindicales ejercen en ese aporte, pero si nosotros nos desviáramos ahora hacia un partido clasista, enfrentaríamos a esas fuerzas con las políticas inútilmente, en un momento en que es necesario sumar y no dividir. La forma de realizar la metamorfosis de que antes hablé es, precisamente, la inversa: trabajar unidas y solidarias las fuerzas gremiales y políticas peronistas esperando que el tiempo', las circunstancias y la evolución natural realicen el milagro. Contando con buenos dirigentes sindicales, con una inmensa masa de trabajadores, con excelentes organizaciones gremiales, con una doctrina ^encaminada hacia los fines sindicalistas, ¿qué se puede temer de que las cosas no se realicen solas como pre- veemos?
Precisamente la reacción se ha dado cuenta del peligro que para élla representa el "Estado Sindicalista" y trata por todos los medios de evitarlo, recurriendo a dividir a la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales, ayudando para ello a los amarillos y aun a los comunistas, con la intención de formar, como sucede en muchos países, varias centrales obreras y diversos sindicatos en cada especialidad. Frondizi ya ha dado evidentes muestras de esta orientación y ha demostrado en su acción corruptora e insidiosa que trata de separar el Peronismo de las organizaciones sindicales peronistas, sin éxito hasta ahora, pero la intención está a la vista. Cualquier indicio que nosotros demos hacia la orientación clasista será favorable a estos intentos frondizistas de la reacción. Creo que lo más prudente, en los momentos actuales, es proceder a realizar sin aparecer, llegando a un absoluto acuerdo entre las organizaciones sindicales peronistas y el Consejo Coordinador del Peronismo en forma que, aun manteniendo separadas ambas conducciones y direcciones, se proceda a un absoluto y solidaridad. Divididos en la forma y unidos en el fondo.
En caso alguno se debe dar al Gobierno la oportunidad de tratar con éxito de dividir a los peronistas sean éstos del campo político como sindical. Para ello debe existir una abosluta unidad de propósitos y de acción en todas nuestras fuerzas y, cuando inciden talmente debe tratarse con el Gobierno, es necesario antes acordar mutuamente la conducta a seguir para evitar después discrepancias y fricciones que tiendan a la división. Vale más en ésto la solidaridad de las fuerzas que cualquier ventaja real o aparente que pudiera obtenerse a costa de un pexjuicio a la acción coordinada y de conjunto. No es momento ahora de dilucidar las preeminencias ni las supremacías, sino de enfrentar a un enemigo que parece decidido a retornar a la orientación gorila, que ha consistido en buscar la destrucción del Justicialismo y en aplastar a la clase trabajadora. Si ambos caemos en la amenaza de destrucción por una misma acción gubernamental, nada más lógico que Peronistas ya sea del campo político como sindical nos unamos férreamente para enfrentar tan injustas como peligrosas amenazas.
En la carta que dirigí a "las 62" y a la "C.G.T." les decía lo mismo y, en tal sentido, he hecho llegar al Consejo Coordinador las mismas instrucciones. Tanto en el Comando Táctico como en la Delegación que le sucedió esta unidad estaba asegurada, lástima grande que las deficiencias de la conducción táctica me hayan obligado a reemplazar estos organismos. Lo he hecho porque era imprescindible y porque, en cada circunstancia, no había otra solución. El Comando Táctico no sólo desobedeció las directivas del Comando Superior sino que ocultó esas directivas, cambiando en absoluto la idea estratégica, en abierta violación de su misión y esfera de acción. La Delegación iba por el mismo camino y continuó ocultando las directivas y cambiando la. resolución estratégica en los hechos mediante formas de ejecución táctica que nos condujeron a un callejón sin salida.
Estas fallas nos llevaron al fracaso, al punto que en seis meses, mientras nosotros contemplábamos al Gobierno y le hacíamos el clima tranquilo, éste dejaba de cumpür tpdos sus compromisos y convertimos al Peronismo en un partido oficialista, dejando las banderas de la justicia social, de la independencia económica y de la soberanía nacional, para que fueran enarboladas por nuestros enemigos con evidente perjuicio para nuestro Movimiento. Desde junio de 1958, cuando me di cuenta de la traición de Frondizi, el Comando Superior Peronista despachó cuatro directivas en las que apremiaba a la conducción táctica a tomar una actitud de oposición decidida y tenaz para obligar al Gobierno a cumplir. Ninguna de esas directivas tuvo aplicación y algunas de ellas fueron ocultadas y no llegaron siquiera a conocimiento de los dirigentes del propio organismo de conducción táctica.
La influencia de estas anormalidades tan peligrosas no se detuvieron en la acción política sino que trascendieron también a la acción sindical. La terrible derrota en la huelga de los médicos, la negativa de paro del 17 de octubre de tan triste memoria para los peronistas, el fracaso de las acciones de la huelga del 10 de octubre copada por nuestros enemigos, la falta de organización sindical, prevista en los compromisos de Frondizi para realizar en 120 días y que, después de seis meses nada se ha hecho efectivo, y muchas otras cuestiones subsidiarias, evidencian esa influencia. Yo no hago cargo a nadie, sino al orgánismo, ni se me ha ocurrido juzgar a los hombres porque eso no tiene ninguna importancia ni modifica la consecuencia de los errores cometidos. Sé que se ha sostenido que yo digo que los dirigentes sindicales son unos traidores. Eso lo puede decir sólo quien esté interesado en indisponer a los dirigentes peronistas con el Movimiento o conmigo. Mi obligación, como órgano de la Conducción Estratégica, es decir cuándo una cosa está mal e indicar cómo debe hacérsela bien, como asimismo tomar las medidas que aseguren el cumplimiento de las disposiciones y directivas. No es la de calificar a nadie y menos aún la de acusar de traidores a los compañeros que, como lo demuestro antes, poco han tenido que ver con la conducción táctica confiada a un organismo del que, a pesar de formar parte, no podían tener la responsabilidad de la orientación política ni táctica.
Esa campaña de provocación perfectamente determinada y en coincidencia con la que realiza el Gobierno con el mismo fin es suficientemente sospechosa. Nadie puede querer dentro del Peronismo la lucha entre los dirigentes políticos y los sindicales y menos aún un distanciamiento entre éstos y la conducción estratégica o sea Perón, de modo que los que hacen este juego al Gobierno y a nuestros enemigos, no pueden ser sino agentes de provocación de los mismos, que la realizan consciente o inconscientemente pero, en ambos casos, en forma igualmente perjudicial y peligrosa.
Por eso, la medida que nosotros debemos tomar perento- ría y urgentemente, es la de reaccionar contra esta provocación, uniéndonos en forma absoluta, primero para hacer fracasar la provocación y, segundo, para realizar una acción solidaria y eficaz en beneficio de nuestros objetivos de conjunto, sin los cuales todos los objetivos parciales están destinados al fracaso. Hay que inducir a los compañeros dirigentes de las organizaciones sindicales a que se concreten sin pérdida de tiempo a los compañeros dirigentes del Consejo Coordinador, como asimismo he ordenado a éstos que lo hagan con los compañeros de "las 62" y la "C.G.T.A.". Sólo una absoluta solidaridad y unidad de propósitos y de acción de ambas organizaciones pueden asegurarnos la unidad de acción indispensable, sin la cual todas las cartas estarán en manos de nuestros enemigos.
Yo le pido a Usted que se encargue de realizar las gestiones que sean necesarias a este respecto en la seguridad que realizará la acción más importante de los momentos actuales y la "C.G. T. A." puede empeñarse en esta misión, porque no tiene conflicto ni interés alguno que pueda ser considerado como parcial o interesado.Por sus palabras, veo que Prieto no ha referido a "las 62" y a la "C.G.T.A." la realidad de las cosas en su último viaje. Empiezo a decirle que yo no lo llamé sino que él se apareció aquí casi de sorpresa. Su información, dicha en presencia de Américo Barrios y del doctor Cooke, fue de que habían sido maniobrados por el compañero Olmos quien había preparado todo lo ocurrido con referencia al paro del 10 de octubre y el fracaso del 17 de octubre. Manifestó asimismo que ellos habían sido los primeros engañados y que, la maniobra de paro para el 10 y el 17 de octubre, se había consumado deliberadamente y que, como consecuencia de ello nuestros enemigos habían copado el paro del 10 y que, en contra de ló que quería la Delegación, el plenario de "las 62" se negó a ordenar el paro del 17 de octubre. Estas son casi sus palabras y, siguiendo la costumbre que aprendí de los dirigentes obreros, mis conversar ciones con Prieto lo fueron siempre con testigos: Barrios y Cooke.
Es natural entonces que el compañero Framini y el compañero Martínez, que me visitaron posteriormente, llevaran allí la realidad tal cual se la manifestamos tanto yo como Américo Barrios. No alcanzo a comprender los móviles que se hayan tenido para cambiar las cosas porque nosotros aquí vivimos una realidad sacada de los hechos subjetivos y no influenciada por las particularidades deformantes de las pequeñas cosas que, a menudo, suelen cambiar la situación real por otra distorsionada por lo anecdótico y circunstancial. Puedo asegurarle que la resolución de entregar la conducción táctica al Consejo Coordinador, no sólo ha sido tomada por los errores cometidos sino porque he tenido la sensación cabal de que "algo estaba podrido en Dinamarca".
Referente a lo que me dice de la organización de las fuerzas políticas en manos del Consejo, no me interesa tanto la carta orgánica, ni el nombre del Partido, como que se proceda con rapidez y honestidad. Hace ya un año que vengo temando con esa organización sin conseguir hasta ahora que se haga nada. Tanto el Comando Táctico como la Delegación perdieron lamentablemente el tiempo sin haber hecho nada por la organización del partido que, como comprenderá, es lo más importante que debemos hacer. La actual situación puede precipitarse en cualquier momento y nada podremos hacer sino tenemos organizadas las fuerzas para aprovechar ese momento, que sin duda será también aprovechado por nuestros enemigos que se encuentran organizados.
No debe preocupar a los dirigentes obreros ni la carta orgánica ni el nombre del Partido. Es suficiente saber que yo estaré al frente de esas organizaciones para tener una absoluta garantía de todo lo referente al sentido sindical de las fuerzas que formen el Peronismo con otro nombre. Yo no he querido que me manden el proyecto de carta orgánica porque estimo que se pierde tiempo en cosas secundarias. He deseado que, con cualquier carta orgánica, se realiza la organización. Es necesario que en cada provincia se organice el peronismo y que lo mismo se haga en la Capital Federal. Luego se hará la correspondiente asamblea y se elegirán las autoridades. Si en realidad lo que hay que hacer es simplemente los registros de afiliados de la antigua organización que es lo único que falta. No se trata de un nuevo partido sino de reconstruir lo que los gorilas destruyeron.
Una vez organizadas las fuerzas políticas y encuadradas las fuerzas gremiales, todo se podrá hacer de la mejor manera ¿Qué podemos empezar a discutir antes de tener la organización? Sería algo así como hacer un guiso de liebre sin liebre. Hay que hacer algo aunque lo que podamos hacer ahora no sea lo mejor porque, a menudo, en la organización lo mejor suele ser enemigo de lo bueno. Cuando se hayan elegido las autoridades y el peronismo esté representado por todo el país en su dirección, y su encuadramiento se haga por los dirigentes elegidos por la masa, recién comenzará a funcionar como institución política. Hasta entonces todo será discutido y discutido con razón. Sólo el estado orgánico dará la estabilidad necesaria.
La organización es a los fines de una conducción una unidad de concepción y de acción. Nada tiene ésto que ver con la línea estratégica que debemos seguir en cuanto a lo específicamente organizativo de las fuerzas destinadas a obrar en lo legal. Si Ustedes han leído las "Directivas Generales para todos los Peronistas" N° 2, habrán comprendido las causas por las cuales es necesario organizar las fuerzas en la legalidad y en la ilegalidad. No hay que confundir el Partido Peronista (o Justicialista) que se organiza en la legalidad para encuadrar a todos los peronistas, con las fuerzas de la que se organizan en la clandestinidad con funciones ilegales en un trabajo insurreccional. Como sería lo mismo en los sindicatos peronistas que contendrían a todos los afiliados y dentro de ellos existirían los grupos de choque organizados para el trabajo ilegal y en la clandestinidad. No proceder de esta manera es quedarse de un momento a otro sin organización y sin medios para luchar, como ocurrió el 16 de septiembre de 1955. Así como la central obrera y los sindicatos deben tener directivas de reemplazo para el caso de que las directivas permanentes sean detenidas y grupos de choque para .emprender la lucha ilegal, el partido político, en circunstancias como las que estamos viviendo, debe tener fuerzas legales y fuerzas ilegales. Las primeras funcionan como partido político y las segundas como fuerzas de resistencia, sin perjuicio que las legales se conviertan en casos dados en ilegales.
Yo estoy completamente de acuerdo con Usted al pensar que esta situación no será solucionada mediante los arbitrios legales. Basta. Basta advertir para éllo que aún estamos en la ilegalidad a los seis meses del "gobierno de derecho". Cerrados los caminos de la ley y los beneficios de la justicia el Peronismo no tiene más camino que la violencia. Aun los gorilas si quieren llegar al Gobierno cómo anhelan, no tienen más recurso que el golpe de estado. En otras palabras, cualquier variante de la actualidad política sólo puede llegar por la violencia. Frondizi, con sus últimos actos, ha demostrado de manera terminante que su permanencia en el Gobierno no puede asegurarse tampoco de otra manera, desde que tiene a todo el país en su contra. Por eso establece el estado de sitio para parar a los gorilas, decidir a las Fuerzas Armadas y evitar el golpe de estado preparado entre sus propias fuerzas políticas. Sin embargo, encarcela a cientos de peronistas sin ton ni son, porque imagina que conspiramos y porque, con eso quiere dar una satisfacción a los gorilas de las Fuerzas Armadas que esperan el terror con que intimidar a los dirigentes y porque sabe que su incumplimiento lo coloca frente al Peronismo que no ha de perdonarle su traición.
Me agrada oírle decir que desde el día siguiente de la asunción del mando por Frondizi, Usted manifestó a Cooke que era necesario apretar a Frondizi porque no iba a cumplir, porque yo le dije lo mismo y luego envié varias cartas ordenando la agitación y cuatro directivas al Comando Táctico conminando lo mismo sin resultado. En las visitas de Cooke y de Prieto, no dejé nunca de recomendarles la mayor energía desgraciadamente sin resultado, porque éllos creían que Frondizi cumpliría sus compromisos, alegando que si no lo hacía en ese momento era porque los gorilas no lo dejaban. En Frondizi todo ha sido mentira siempre como es ahora mentira cuanto ha argumentado para iniciar la persecución del peronismo y el aplastamiento de la clase trabajadora. Es falso también que las Fuerzas Armadas lo fuercen a perseguir y es mentira que los gorilas puedan voltearlo. El teme más al Peronismo que a los gorilas y por eso se une a éllos contra nosotros, en tanto nos quiere hacer creer que debemos guardar orden y colabprar para destruir al gorilismo. Este no es un Machiavello de Gubbio, es simplemente un vulgar sinvergüenza.
De acuerdo con Usted que debe realizarse una conducción táctica política para la realización de las acciones en el país, dentro de las directivas emanadas del Consejo Superior con carácter estratégico. Para éllo lo mejor es que el Consejo Coordinador se reúna con "las 62" y la "C.G.T.A." y acuerden en cada caso la conducta común, de manera que nuestros enemigos no puedan tratar de batirnos por separado o de maniobrarnos aprovechando nuestra separación. Eso es lo que antes le recomiendo.La Resistencia: es real lo que Usted dice; hoy todos los que anhelan actuar de dirigentes se declaran de la resistencia, y así como antes, cuando había que colocar bombas y realizar actos de sabotaje, no se encontraba con quien hacerlo, hoy no existe un peronista que no haya sido saboteador y tirabombas. Como le digo antes, las fuerzas de la resistencia deben ser organizadas y reorganizadas, porque su empleo debe preverse con seguridad antes de mucho tiempo. Pero esa organización debe ser clandestina y preparada para la acción en el campo ilegal. De modo que nadie que sea conocido puede ser de la resistencia porque, en tal caso, será detenido en los primeros momentos. La resistencia debe estar conducida por personas de extraordinaria prudencia, que no sean sospechados y menos conocidos, de gran seriedad y capacidad de acción, probados en la resistencia anterior si es posible y que deseen actuar sin aparecer para nada. Sólo así tendremos una resistencia efectiva. En cambio nada podemos esperar de los "chantapufis" que andan haciendo alarde de haber actuado en la resistencia sin que nadie los haya conocido como tales, ni menos los haya visto en acción alguna.
Usted en su carta habla de un informe que me remitió con Prieto pero, debo decirle, que Prieto no me ha entregado nada suyo en su último viaje y, anteriormente le contesté con motivo de otro informe que me llegó de parte de Usted.
A los diarios les he hecho llegar la necesidad de dedicarse a combatir a los enemigos y no a los peronistas, cuyos defectos y errores deben ser defendidos y no atacados públicamente por los demás peronistas que, en privado pueden decirles lo que quieran, pero que es una verdadera provocación hacerlo públicamente o, por lo menos una deslealtad gastar espacio para atacar a compañeros, espacio que se resta del necesario para atacar a los enemigos.
Por sus informaciones veo, que las elecciones gremiales, si se realizan, serán ampliamente favorables al Peronismo, circunstancia que me hace pensar que no se realizarán por lo menos por ahora. Sin embargo, hay que luchar todo lo posible para evitar la duplicidad de listas peronistas en los gremios, máxime cuando ello pone en peligro el éxito. Es necesario que los dirigentes se persuadan que todo es secundario ante la imprescindible necesidad de vencer en estas elecciones para posesionarse de los sindicatos y de la central obrera. Con ello la mitad del éxito está asegurada; faltaría la otra mitad que estará representada por la buena conducción que se haga desde esas organizaciones hacia los objetivos perseguidos y la misión que nos hemos impuesto. Y, hay que tener siempre presente, que una buena colaboración y cooperación de las fuerzas gremiales y políticas del Peronismo, asegurará el triunfo final y definitivo, lo que impone perentoriamente que se actúe sin pérdida de tiempo, de consumo y en la mayor comprensión y ayuda mutua.
Le ruego que haga llegar a los compañeros mis más afectuosos saludos, con mis grandes deseos de éxito para sus organizaciones que es parte del éxito de todos los peronistas.
Un gran abrazo.
Firmado: Juan Perón
P.D. Me olvidaba decirle que me parece que las organizaciones sindicales del Interior se encuentran un poco olvidadas por los dirigentes de la Capital. Es necesario movilizar a los compañeros del Interior, para que participen también en la acción que se está desarrollando allí para la organización general de las fuerzas gremiales. Esta misma indicación vale para las fuerzas políticas.
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