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Carta al Sr. Andrés Framini (07-11-1965)

Madrid, 7 de noviembre de 1965.

Al Sr. Andrés Framini

Buenos Aires

Mi querido amigo:

Parece que en el peronismo los dirigentes no pueden lavar sus trapos sucios en casa y necesitan, como las comadres de con­ventillos, llevarlos al comentario de la calle. A mí me importa un rábano que se peleen allí y que algunos tontos me quiten el respeto que creía haberme ganado en el Movimiento, pero sí no puedo ver con buenos ojos que se haga un mal premeditado ai peronismo, porque no creo en la buena intención de los que hacen trascender estas cosas para que sean la comidilla de nues­tros enemigos.

El viaje de Isabelita, que se comunicó a la conducción con suficiente anticipación, parece que ha producido el mismo efec­to entre los gorilas que entre algunos de nuestros dirigentes, lo que me hace pensar que muchos de ellos no están muy seguros de su propio predicamento.

Pero donde la deshonestidad es evidente, es cuando se afir­ma allí que el diputado Güerci anda en tratativas con el Gobier­no, cuando esta cumpliendo una misión que yo personalmente le he encomendado (lleva un memorándum en contestación a una gestión que un grupo de militares hiciera ante mí). Pero donde la infamia raya a mayor altura es cuando se afirma que Jorge Antonio es el gestor de tales arreglos con el Gobierno y que tiene secuestrada a Isabelita o me tiene prisionero a mí de su dinero. El pobre Jorge Antonio, que esta metido en este lío precisamente por ustedes desde la operación Retorno, desde su regreso del Paraguay no se mete para nada en estas cosas, como no sea para ayudar en las comunicaciones o en otras cosas que yo le pido.

Lo que ocurre en este sentido es que tanto el Gobierno co­mo los militares hacen gestiones ante mí para llegar a acuerdos. Unos a fin de evitar un cuartelazo y otros para darlo. Yo, miran­do los intereses del peronismo, les he contestado lo mismo a unos que a otros, mediante el memorándum que les he remitido a la junta coordinadora, para evitar precisamente que se pensara y se difundieran versiones antojadizas.Yo recibo denuncias todos los días de nuestros propios diri­gentes, en las que me dicen que los dirigentes de la conducción se están arreglando con el Gobierno para conservar sus cargos y medrar con ellos; pero haciendo honor a una confianza que siempre les he tenido, ni siquiera se me ha ocurrido comentar con ellos mismos semejante patraña. ¿Cómo puedo tolerar en­tonces que cuatro chantapufis se permitan dudar de mi hones­tidad y correcto proceder en el Movimiento que esos mismos desgraciados están usufructuando a costa de todos mis sacri­ficios y penurias?

Nosotros por ahora, por lo menos, no podemos entrar en componendas con el Gobierno porque ya ha fracasado y con los militares porque van a fracasar.

Hace veinte años que manejo dirigentes de toda laya y hace más de cincuenta que manejo hombres, de manera que por bru­to que sea debo haber aprendido a conocerlos. Yo intuyo lo que piensan y deduzco lo que hacen y en qué andan. Ya me es­toy cansando de todo esto porque veo que mis sacrificios son inútiles, más por sus intereses personales o de círculo que por los que corresponden a todo el Movimiento. Aunque estos paja­ritos en plenta se creen muy vivos, no se percatan de que están labrando su propia desgracia, como están poniendo en peligro el destino de nuestro Movimiento.

Lo que estos papanatas creen es que me estoy muriendo y ya empiezan a disputarse mi ropa, pero lo que no saben es que se les va a levantar el muerto en el momento que menos pien­san. Todavía tengo fuerzas y aptitudes para formar un nuevo movimiento peronista, si es preciso. Veremos cuantos son los que se quedan con ellos. Es el destino de los mediocres que, careciendo de grandeza, estarán siempre destinados a procedi­mientos de albañal.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan Perón

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