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Carta al Sr. Raimundo José Ongaro (12-01-1967)

Madrid, 12 de enero de 1967.

Al Señor Raimundo José Ongaro

Buenos Aires

Mi querido compañero:

He recibido su amable carta del 4 de diciembre pasado, que recién me llega, y le agradezco sú recuerdo y su saludo que retribuyo con mi mayor afecto, reiterándole mi enhorabue­na por su elección en la Federación Gráfica Bonaerense y de­seando que el año de 1967, que se inicia, le sea propicio y le colme de felicidad.

He leído su carta, llena de una juiciosa apreciación del mo­mento en que vivimos y de los hombres que circunstancial- mente tienen la responsabilidad de nuestros destinos. Ustedes, los jóvenes, tienen el inalienable derecho y la responsabilidad grave de defender ese destino en la forma que sea, porque también serán los que han de gozar o sufrir las consecuencias de lo que en el presente se haga.

Por lo que venimos viendo, en estos once años de desatinos y arbitrariedades, poco pueden confiar los jóvenes argentinos en la generación que ha depredado el país en procura de bene­ficios inconfesables, tan pequeños como repugnantes. El pater- nalismo, tan ridículo como torpe, que se pretende implantar ahora, no da lugar al menor optimismo potque nadie puede creer que los que durante once años arruinaron al país, sean ahora los que han de poner remedio a los males con los mismos hombres y los mismos sistemas que sirvieron para provocar el desastre.

La profunda crisis espiritual de que Usted me habla en su carta, es el problema del mundo: nada parece escapar a la decadencia que, en una u otra forma, se manifiesta en todas partes. La evolución nos impulsa hacia nuevas formas m acordes con las necesidades del hombres de hoy; pero irune

sos poderes sinárquicos parecen oponerse a esa evolución. Es así que se va alejando toda posibilidad de mantener las for­mas incruentas de ejecución para acercarnos cada día más peligrosamente a las formas cruentas. El Justicialismo intentó los cambios necesarios por la vía de la evolución incruenta pero nos pararon los pies; desde ese momento no ha quedado sino el camino cruento para realizarlos. Por eso, el fantasma del caos o la guerra civil amenazan peligrosamente a la Repú­blica en las horas actuales.

Cuando conversó con los viejos camaradas militares de la España actual, todos coinciden que tampoco en España en 1936 nadie creía posible una guerra civil. Sin embargo, cuando acordaron estaban empeñados en una enconada acción crimi­nal, que les llevó más de tres años y en la cual se mataron más de un millón de españoles. Cuando contemplo la situación ac­tual de la Argentina, tan comprometida en manos irresponsa­bles, no puedo dejar de pensar en las graves consecuencias a que la pasión, la incapacidad y la irresponsabilidad pueden conducirla, porque de la actual situación sólo se puede desem­bocar, si las cosas no se modifican, en el caos o la guerra civil. Lo primero tal vez permitiera un nuevo intento; lo segundo quizás fuera la solución, pero es un precio demasiado elevado como para apetecerlo.

El Movimiento Peronista también comparte la responsabi­lidad de una decisión adecuada y así lo hemos venido sostenien­do desde hace veinte años a esta parte. Nuestra lucha no puede decaer precisamente cuando todo indica que nos acercamos a esa decisión. Por eso creo que los dirigentes peronistas, ya sean sindicales como políticos, deben pensar con grandeza, para ale­jarse de las pequeñas cosas y los despreciables intereses perso­nales y de círculo, dedicándose a interpretar el deber de la hora y cumplir su misional servicio del Movimiento en su conjunto.

de unidad entre los dirigentes, que caracteriza este momento del Peronismo, nos perjudica a todos los dirigentes peronistas, porque nadie ha de realizarse en un peronismo que no se realice. Hoy, como siempre, sólo unidos y solidarios, podremos vencer a nuestros enemigos y salvar al país de las acechanzas que pesan sobre su destino y de las barbaridades que lo vienen azotando desde hace más de once años.

Mediante la acción de una conducción adecuada hemos podido, en lo político, descartar y neutralizar los intentos del neoperonismo. Ahora les queda a las organizaciones sindica­les la realización de lo mismo en la Rama Sindical del Movi­miento. El Comando Superior Peronista no ha querido nunca meter la mano en lo sindical, porque la solución de esos pro­blemas debe estar a cargo de las propias organizaciones sindi­cales. El problema de la actual división es sólo cuestión de di­rigentes porque las bases no entran ni entrarán en las "tren­zas" y círculos que se mueven en ese horizonte directivo; pero por desgracia, es precisamente esa división y la lucha consi­guiente, la que trabaja sin cesar contra el prestigio de los di­rigentes en una hora en que más se necesita de ese prestigio.

No es sin cierto desencanto que contemplo el triste panora­ma que están dando los dirigentes peronistas de algunos secto­res, empeñados en una "carrera de simulación" que no es la mi­sión que les corresponde. Esta falta de seriedad y de honestidad, practicada al servicio de apetitos personales, de intereses de círculo y de compromisos inconfesables, no nos hacen nin­gún favor como Movimiento Popular y tiende a la destruc­ción de esos propios dirigentes que no están a la altura de su misión. Yo no alcanzo a comprender cómo no se dan cuenta algunos de ellos del triste papel que están haciendo y cómo no reaccionan hacia la unidad y solidaridad indispensable a los altos intereses que servimos.

Por eso, frente a la defección de muchos, qu$. no tienen incentivo porque no hay cargos a la vista o porque temen a la represión o están cansados de la larga lucha, pienso en la nece­sidad de un trasvasamiento generacional que ponga en acción a la Juventud Peronista, porque imagino que los muchachos ni están interesados por los cargos, ni temen a la represión, ni están cansados de la lucha. Y aunque también la juventud ha sido influenciada por un divisionismo negativo, creo que será posible encaminarlos hacia una unidad y solidaridad que no ha sido posible mantener en el actual horizonte directivo del Peronismo. De cualquier manera, nuevos valores son indispen­sables si deseamos dar continuidad y permanencia a nuestra ideología y a nuestra doctrina y ello debe ser ahora una preocu­pación constante de todos nosotros.

Que los jóvenes van a cometer algunos errores, es posible, porque nadie aprende a caminar sin darse algunos golpes; pero solo ellos pueden superarnos porque basta ver el mundo que les dejamos para persuadirnos que, peor que nosotros, no lo podrán hacer. Creo indispensable irles entregando nuestra banderas paulatinamente en la acción para realizar el trasvasamiento ge­neracional, de manera que incorporemos el idealismo, la energía y el empuje de la juventud al amparo de los consejos y la expe- rincia de nosotros los viejos, para calificar su acción con la pru­dencia y la sabiduría que a ellos pueda faltarles. Solo si tenemos la grandeza y el desprendimiento necesarios para proceder así podremos realizar esa operación positivamente. Si no la reali­zará igualmente el tiempo, pero en ese caso habremos perdido la ocasión de poderla hacer racionalmente y en forma más con­veniente.

En el orden político del Peronismo se avanza dentro de esa tendencia y veo que en el sindical también se comienza a realizar lentamente. La llegada de Ustedes es una esperanza para el futuro del Peronismo. Es preciso que luchen por impo­ner los cambios que serán saludables porque la descomposi­ción ha cundido ya peligrosamente en nuestros organismos, y porque, con un enemigo al frente, no se puden aceptar algunas cosas que están ocurriendo. Todo se nos pfesenta favorable en el futuro y cuando la fortuna nos tiende la mano es preciso que haya alguien que atine a asirse y me temo que, en las cir­cunstancias actuales, pocos sean los que están en condiciones de hacerlo, porque están en otra cosa.

En fin, querido compañero, Ustedes allí tienen la responsa­bilidad y las posibilidades de defenderla: nada debe impedirles cumplir con el deber de la hora. El Peronismo no es de nadie porque, precisamente, es de todos y todos tenemos la obliga­ción de defenderlo y servirlo, con una idea de conjunto y apar­tados de todo otro interés que no sea el del Pueblo y de la Na­ción, como siempre hemos entendido los verdaderos justicialis- tas.-Se acercan días de decisión en los que será preciso recordar ante todo nuestra razón de ser. Para ese momento necesitamos hombres puros e idealistas que conduzcan y encuadren nues­tras organizaciones.

Aprovecho la oportunidad para rogarle quiera transmitir mis más afectuosos saludos a todos los compañeros de la Fede­ración Gráfica Bonaerense que le acompañan.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan D. Perón.

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