Carta a Hernan Benitez (04-09-1957)
Caracas, 4 de septiembre de 1957
Señor R. P. D. Hernán Benítez
Buenos Aires
Mi querido amigo:
Al terminar la etapa que podríamos llamar del "fraude constituyente", deseo hacerle llegar mi saludo y mi palabra, como a uno de los que trabajaron para alcanzar los resultados que, pese al fraude, demostraron un estado de opinión lapidario para la canalla dictatorial.
Sé bien que no conoceremos nunca los resultados reales de esa farsa, pero sé mejor aún que ellos la conocen en toda su elocuente realidad y eso me basta. Sería inútil hacer cálculos subjetivos ya que conocemos una verdad: el Pueblo sigue firme pese al fraude, a las masacres y los fusilamientos. Las torturas y el terror no han sido capaces de doblegar al Pueblo y la mística ha resistido, en las peores condiciones, una prueba de fuego. Eso me satisface.
Las elecciones, en cambio, nos han dado una pauta definitiva para el futuro: en cualquier elección se hará fraude. La dictadura no puede ni quiere ofrecer al país sino una legalidad fraudulenta. Se ha decidido dejar un Gobierno continuista mediante cualquier procedimiento. Lo hará por el fraude o la violencia, como lo ha hecho todo. Si llama a elecciones hará fraude y, si aun mediante este arbitrio, no consiguiera imponer su voluntad, dará un golpe de estado "gorila" y tratará de perpetuarse. Ese golpe ya está decidido para ése o cualquier otro caso necesario. Sería ingenuo de nuestra parte no comprenderlo así.
Frente a esas condiciones creadas, nuestra conducta no puede ser otra que enfrentar la realidad. Sólo Frondizi puede creer lo contrario, porque él juega a dos cartas: mientras trata de robarnos votos a nuestro Movimiento, mendiga a la dictadura la posibilidad de que lo dejen actuar, esperando que le dejen ganar, sin percatarse que su suerte está ya decidida. Su frenético deseo de ser Presidente lo ha perdido. Está vetado por la dictadura y nuestra gente sabe que es también un enemigo. Estoy convencido que Frondizzi no será nunca aceptado por la dictadura, porque para ella es peronista, y nuestra gente no lo puede aceptar porque ha sido de la "libertadura".
Nuestra acción es simple: debemos seguir en el camino emprendido. Las elecciones son para nosotros un hecho más de la dictadura, que no puede cambiar nuestros planes, ni modificar nuestras anteriores decisiones. Se impone, en cambio, intensificar y extender la organización, perfeccionar los enlaces y mantener una conducción más centralizada, todo ello encaminado a mantener la cohesión de la masa para hacerle llegar las directivas dirigidas a mantener la unidad de acción indispensable. A ese efecto, como la distancia hace imposible mi acción directa, el compañero Doctor John W. Cooke, tomará la conducción desde Chile y se encargará de reemplazarme. El mantiene permanente contacto conmigo y sus decisiones son las mías. Así lo hemos hecho saber a todos los organismos partidarios y agrupaciones sindicales.
Le ruego, en consecuencia, que haga saber a todos nuestros amigos y compañeros esta decisión, a los fines de una conducción más ajustada a la realidad y necesidades actuales. El Doctor Cooke comunicará en el futuro las decisiones y directivas del Comando Superior Peronista y él debe ser obedecido. Nadie más puede invocar esa autoridad y menos aún mi nombre para el manejo y conducción de nuestras fuerzas.
Veo en las aventuradas iniciativas el terrible peligro de una confusión futura. Los que sueñan con formar nuevos partidos están fuera de la realidad y apoyan solapadamente a la dictadura en su designio de dar apariencias de legalidad a un acto ilegítimo y fraudulento que prepara para lograr un escape político que no tiene por otro camino. Hacerle este juego a la canalla dictatorial es toda una traición al Pueblo y así lo denunciaré en su hora. Nunca más que ahora es necesario "cerrar filas" en el Peronismo. El confusionismo es dictatorial y de los que desean pescar a río revuelto: hay que oponerle un frente unido y una masa cohesionada, lo que ya está logrado, sólo falta apoyarlo y propugnarlo por todos los medios.
Un gran abrazo.
Juan Perón
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