EL SALARIO
Uno de los temas pendientes en el debate de la profundización del modelo es el que concierne al salario. Recomposición salarial o aumentos. El rol del salario en el desarrollo Nacional y Popular.
Durante la expansión liberal, que en nuestro país puede abarcar el período que va desde 1955 hasta el 2003, una de las variables de ajuste social ha sido el salario. Los trabajadores económicamente activos han sufrido en carne propia la descomposición crónica de su poder adquisitivo.
Desde la asunción del kirchnerismo, con la implementación de un modelo seudo keinesiano en el plano económico,se posibilitó la recuperación adquisitiva de los sueldos. El logro se mostró como aumento salarial sin asumir que en realidad lo que se posibilitó es la recuperación del salario, respecto al atraso económico que éste tenía en relación al consumo.
Lejos estamos de una proyección salarial que se equipare a un Estado de Bienestar. Ello implica que los sueldos continúen retrasados respecto al desarrollo económico. Hoy un salario de $6000 de bolsillo se presenta como un sueldo alto. El número es poderoso, no obstante, si esa cifra se relaciona a su capacidad de consumo, es decir a lo que un trabajador puede comprar con esa plata, encontraríamos un importante déficit que deja al trabajador parado en márgenes
No hace falta ser economista ni partir del sentido común. Hace falta hacer la misma matemática que hace un trabajador, con familia tipo: un alquiler promedio ronda los $1800, eso sin entrar en los detalles de que tipo de vivienda se pague, promediemos entonces. Entre expensas y/o servicios estamos en $800, si somos generosos. Ya tenemos $2600. Sumemos viajes, nada más que al trabajo, compra de insumos para el hogar, comida diaria, vestimenta y gastos escolares, entonces estaremos más o menos en un promedio de gasto fijos de $5000 o $5500, insistimos somos generosos.
Es una simple ilustración, números más número menos, observamos que el poder adquisitivo de un trabajador promedio no es tan alto como se supone que desde cierta perspectiva oficial nos hacen creer. Claro que en comparación a un pasado lapidario esto representa un avance.
A ver: no es cuestión de desmerecer los logros obtenidos hasta el momento. Sobre todo el que concierne a paritarias que es casi inédito en el mundo, sobre todo en un mundo en crisis. Ahora bien, estos logros, largamente enumerados a lo largo y a lo ancho del proyecto, no implican necesariamente que no se reclame una y otra vez una actualización salarial.
Necesitamos, por un lado, sueldos con verdadera fuerza de poder adquisitivo, capacidad de ahorro y de consumo y desarrollo económico. Movilidad social que en estos períodos no se ha dado.
La destrucción del salario cuesta horas. Su construcción años.
No obstante el salario mínimo, que aún cobra una masa importante de trabajadores, está por debajo de la línea óptima. Un sueldo de $2300 representa un piso demasiado bajo en las actuales circunstancias de desarrollo económico. Obviamente existen variables económicas que circunscriben el análisis a la coyuntura y a lo macro. La idea es que se pueda entender lo que el salario representa para el trabajador.
Entre otras cuestiones que abarcan la temática existe una que es primordial para incrementar el piso mínimo: El trabajo en negro. Éste determina el deterioro sustancial del salario. Es menester comprender lo que incluye socialmente un sueldo. No sólo hablamos de dinero, de papel. Hablamos de seguridad social para el trabajador, esto es: Seguridad previsional, seguridad médica. El salario no sólo compromete al presente del trabajador sino también al futuro de éste.
El trabajo en negro destruye toda red de contención social. Pone al obrero en situación constante de riesgo y vulnerabilidad social. Lo borra del mapa económico y lo pone al margen del sistema, donde es variable continua de ajuste, sin entrar a mencionar las condiciones propias del trabajo.
Los planes sociales representan un paliativo necesario en contextos de crisis. Según los datos oficiales y no oficiales, nuestra economía ha crecido en términos de records históricos. Ahora bien, ese crecimiento aún no ha permitido generar empleo genuino y de producción. Por lo tanto miles de compatriotas siguen bajo el ala de los planes sociales. Eso implica un achatamiento de la masa salarial. Entre eso sectores no hay movilidad económica ni social. Claro que se puede aducir que estos actores sociales estaban, años atrás, fuera del sistema. La torta tiene que ser para todos, no para unos pocos.
El tema salarial no se circunscribe al espacio anual de paritarias. Es un tema estructural, sobre todo para un gobierno con características nacionales y populares. Tal vez es hora que nos dejemos de preocupar por el dólar y pensemos en nuestros trabajadores que son los primeros que ponen el cuerpo, día a día, para "bancar" al proyecto.
Algunos compañeros han perdido la brújula al suponer que en las críticas al gobierno se esconde la traición. Este gobierno, como el de Néstor Kirchner, ha recuperado para los trabajadores conquistas perdidas en los '90. Pérdidas que muchos de los actuales funcionarios ayudaron a proveer.
Últimamente cuando Hugo Moyano, Secretario General de la C.G.T, sale a reclamar por los intereses que competen a los trabajadores se lo demoniza como si fuera el pero enemigo. Moyano no está en la calle con la cacerola en la mano. Y es lógico que si le pegan salga a pegar.
A los trabajadores no se los puede correr por derecha o por izquierda, a los trabajadores hay que respetarlos, porque los trabajadores sabemos sobre injustitas, sabemos lo que es el hambre, la pobreza y la miseria. Los trabajadores no apostamos al dólar, apostamos a un proyecto inclusivo y con justicia social.
Racionalidad y madurez, cosas que la Presidenta le ha pedido a los trabajadores, es lo que necesita el proyecto para dejar de ser un proyecto y ser una realidad efectiva. En ese sentido tenemos que visibilizar las cuestiones de fondo que involucran a los trabajadores quienes somos los que no olvidamos y no traicionamos.
El debate sobre la cuestión "salario" no puede seguir ninguneada. Los logros obtenidos no deslegitiman los reclamos justos reclamos presentes. Si así no lo entendemos estaremos en deuda con nuestra propia memoria social.
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