"Castillito" y las Estatuas de la Fundación Eva Perón. Historia de un resistente.
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Cualquiera puede acceder a los libros del General Juan Domingo Perón, sea en una biblioteca, en una librería, o por internet, donde los mas jóvenes se mueven con la mas absoluta rapidez.
Esto que recalcamos nos es ver la política desde la circunstancia del ser "nostálgico", creemos que los buenos objetivos que fueron buenos en un tiempo, los debemos tratar de repetir en el tiempo y forma que las circunstancias lo permitan.
Hermano Néstor que seguís entre
nosotros, caminando la Historia ,
despertando corazones,
vino a quedarse en el Pueblo
tu viento de Justicia y de Memoria.
Se hizo nuestra voluntad postergada,
así en La Quiaca como en Ushuaia
y el sueño de Artigas y San Martín,
Bolívar y Martí, la Patria Grande ,
la Patria de los iguales.
Seguiremos multiplicando los panes,
y aunque ya pusimos las dos mejillas,
avanzaremos con Cristina -cueste lo
que cueste- por amor a la Argentina.
Ayudanos a librarnos de los
Magnettos y sus socios de la mentira
y del despojo, ahora y siempre.
En el nombre de Juan, de Eva y
de los 30.000,
así será hasta la Victoria.
Félix Luna y Luis Alberto Romero, los argentinos y la historia best-seller
He leído (porque alguien me lo pasó fotocopiado, ya que no soy lector de Criterio) un artículo que transcribe una conferencia de Félix Luna y Luis Alberto Romero el 16 de agosto pasado.
Siempre tuve el ejercicio permanente de hablar con todo el que puedo, en los lugares de trabajo, en la calle, en los negocios, es decir creo en el dialogo, pero, además, no hay mejor termómetro de la realidad que la que siente el pueblo mismo, sin intermediaciones quizá viciadas de nuestras propias realidades parciales y a veces virtuales, que se nos hacen en la cabeza y no son en verdad la realidad, más allá de nuestras buenas intenciones.
Nacido en Mendoza con el nombre Fuad Jorge Jury, trascendió décadas y espacios como Leonardo Favio. De niñez conflictiva por la pobreza, el abandono paterno y el encarcelamiento por robos, probó suerte viniendo a Buenos Aires.
Nadie a esta altura se atrevería a negar la importancia que se merecen esos divinos antros de sociabilización, unidad y solidaridad donde la mayoría de los que tenemos alrededor de 30 años pudimos dar nuestros primeros pasos como niños militantes.
Quién no ha participado de esos cierres de listas donde la casa de un compañero que incluía local al frente se transformaba en una fiesta; o de esas fechas gloriosas como el 17 de octubre o 17 de noviembre donde el barrio se transformaba en fiesta para recordar nuestro día de la lealtad o del militante. Quien no ha probado las empanadas de doña Ermelinda, que, a pesar de innegablemente llegar a fin de mes con lo justo, se las ingeniaba para deleitar a la masa peronista con las empanadas salteñas amasadas por ella misma.
Hasta febrero de este año parecía que el hombre fuerte de Libia: Muamar el Gadafi, el "guía" de la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista nombre oficial del Estado de Libia, que había logrado superar los embate de las revoluciones árabes en el norte de África y en Oriente Medio que derribaron a "dos viejos dictadores seudos democráticos": Ben Ali de Túnez y Hosni Mubarak de Egipto ambos apoyados por los EE.UU. y Europa en Túnez y Egipto respectivamente, que cumplían ampliamente con el un brutal pero sencillo ejercicio de la realpolik de las potencias occidentales: individuos que recurren a métodos repugnantes y son éticamente detestable, pero que enfrenta a nuestros enemigos con mucha eficacia, y eso nos viene tan bien que resulta razonable hacer la vista gorda ante sus desmanes.
Cuando ya creíamos apagadas las grotescas alucinaciones contra Rosas, fruto del acalorado partidismo político post Caseros, vemos aparecer entre las cenizas de la historia oficial algunos rescoldos mortecinos que ya no pueden dar luz sobre las generalidades de una interpretación genuina y leal de la historia argentina.
A principios del siglo pasado el pensador mexicano José Vasconcelos sugería que:“Todo parece indicar que (…) llegaremos en América, antes que en parte alguna del globo, a la creación de una raza hecha con el tesoro de todas las anteriores, la raza final, la raza cósmica”. Dicha reflexión enunciada en el prólogo de su libroLa Raza Cósmica, Misión de la raza iberoamericana, constituyó en su época el producto de un profundo y meditado análisis del fenómeno de mixturación étnica y cultural que venía operándose en nuestro continente, indicando además que una modalidad civilizacional novedosa y esperanzadora, se estaba gestando en estos lares.
En estos días, con motivo de la edición de las obras de José Luís Torres (1901-1965), el fiscal de la década infame, la misma editorial me regaló los escritos políticos de Manuel Ugarte (1875-1951), que editó hace unos meses. Dos pensadores nacionales, de dos generaciones distintas, que estuvieron en los albores de la primera guerra por la independencia económica de la Argentina. Aquella que llevaron a cabo miembros de generación de 1910 y que siguieron hombres de la generación del 25.
Una de las consecuencias de la disgregación del peronismo como movimiento político que supo congregarse alrededor de un liderazgo natural y de un complejo cuerpo doctrinario es haber convertido a la política argentina en una celda en donde sólo caben lugares para una izquierda socialdemócrata y gramsciana y para una derecha liberal y entreguista.
Entre los años 1900 y 1930 se fundaron en la Argentina 207 nuevas poblaciones distribuidas en todo el país. Para volver a ser un país industrial, es necesario compensar la ausencia de las 165.000 empresas que quebraron durante los gobiernos de Martínez de Hoz, Alfonsín y Cavallo-Menem.
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