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HISTORIA DE LA

RESISTENCIA PERONISTA

La Resistencia Peronista y la Globalización. REFLEXIONES SOBRE UNA CLASE INTRODUCTORIA, DICTADA EN UN CURSO DE HISTORIA ARGENTINA Y LA PROBLEMÁTICA DE LA GLOBALIZACIÓN 

  1. LA RESISTENCIA PERONISTA. NUESTRA PERTENENCIA PERSONAL

 Es gratificante y sumamente valioso y útil recordar nuestra pertenencia juvenil como lo hace con orgullo el autor de la clase introductoria dictada en un seminario y memorar la expectativas que alentábamos en procura de un mejor destino nacional; y valiosas las reflexiones que se efectúan sobre la “globalización” actual. No obstante haremos ciertas precisiones histórico-políticas sobre los momentos distintos en los que se desarrolla dicho curso introductorio.

 La Resistencia Peronista, diremos en primer lugar, empezó al otro día que cayó Perón. Hacia fines de 1955 y principios de 1956, en cada barrio de Buenos Aires, se agruparon jóvenes espontáneamente sin coordinación alguna entre unos y otros. No eran ni desocupados ni indigentes, pero que tenían un único objetivo: resistir el golpe de estado y reclamar el regreso de Perón [1].

 El jefe de la Resistencia Peronista, al principio preso y luego en el exilio, fue John William Cooke y en Buenos Aires los intermediarios fueron Raúl Lagomarsino y César Marcos quienes con otros integrantes se denominaron Comando Nacional Peronista. Referentes importantes fueron también Héctor Tristán y Manuel Buzeta entre otros [2]. Existía otro grupo de relación directa con Cooke encabezado por Enrique Oliva[3]. Exilados peronistas en los países limítrofes: Uruguay, Chile, Paraguay, Bolivia y Brasil, también se constituyeron en grupos de presión [4].

 Pero en los barrios, dada la clandestinidad de las acciones que se emprendían y los riesgos consiguientes, la mayoría de los grupos barriales no se dieron por enterados de esas primeras estructuras jerárquicas conspirativas, por lo que siguieron durante un tiempo actuando aislada y espontáneamente sin directivas orgánicas. Tal era la entrega militante de esos cuadros anónimos a los que pertenecía el autor de estas reflexiones.

 Había otros jefes en las sombras de la clandestinidad que alimentaban nuestras acciones convocándonos por las noches en la Plaza Martín Fierro para entregarnos paquetes llenos de panfletos para volantear en cada uno de los barrios: de esos jefes en la sombra recuerdo dos nombres: Rodolfo Traversi y un tal De Morras.

 ¿En qué consistía nuestro accionar? El volanteo por las noches (p. ej. los precios de productos de primera necesidad en los años del peronismo y el notable incremento que comenzaba a registrarse tras la caída de Perón, el recuerdo de las frases doctrinarias del peronismo, etc). La impresión de gacetillas y periódicos clandestinos de circulación perdurable y masiva, impresos en imprentas clandestinas, tal el periódico “Palabra Argentina” de Alejandro Olmos, huelgas en distintas fábricas, toma de establecimientos fabriles, reuniones en distintos sindicatos en donde se reflexionaba sobre las consignas doctrinarias, manifestaciones de repudio al gobierno en casi todas las canchas de fútbol con cánticos cuyos estribillos entonaban las tribunas; en el hipódromo ocurría con frecuencia algo parecido y arreciaba el abucheo cuando se detectaba algún funcionario del gobierno y las silbatinas cuando aparecían en los noticiosos de los cinematógrafos. Era una RESISTENCIA CIVIL; a nadie se le ocurría matar algún policía de facción. A nadie se le ocurría decir estar motivado por alguna supuesta lucha de clases: los objetivos eran claros y simples, resistir al gobierno de Aramburu- Rojas y luchar por el retorno de Perón.

 A esa RESISTENCIA CIVIL empezada en los finales del 55´ y comienzos del 56´ se le sumarán en el mayor sigilo y sin que muchos lo advirtieran grupos de suboficiales del ejército en actividad y algunos oficiales y civiles que se explicitan en la intentona de golpe militar en junio de 1956, conducida por el Gral. Valle y el Cnel. Cogorno y aplastada por el gobierno de Aramburu-Rojas tras una represión sangrienta en donde menudearon los fusilamientos civiles y militares y otros escarmientos.

 Pero la Resistencia en el marco de la civilidad siguió creciendo y a ella se fueron incorporando otros grupos de distinta procedencia y heterodoxa formación ideológica pero dispuestos a combatir al gobierno y a reclamar el retorno incondicional de Perón.

 Liderados por Envar El Kadri, Héctor Spina, Maruca Ortega de Carrasco, Marta Curone (que había sido presidente de la U.E.S. Unión Estudiantes Secundarios Rama Femenina), Jorge Rulli, los hermanos Reartes, Osvaldo Agosto, Alfredo Carballeda, Rubens Basanta y otros [5] fogonearon una lucha civil pertinaz como perceptible en todos los barrios porteños y en el gran. Bs. As con acciones de resonancia pública.

 Fueron importantes muchos grupos que alcanzaron cierto grado de organicidad y que se reunían en los sindicatos que se iban recuperando después de fracasada la intervención militar: tal el caso del I.J.E.S (Instituto Justicialista de Estudios Sociales) al amparo del Sindicato de la Sanidad, facilitado por su Secretario General Amado Olmos, y organizado por Juan Carlos Juárez, Jorge Cellier y Julio Jauregui[6].

 De más está decir que cada sindicato que se recuperaba de la intervención militar se constituía en un semillero de acciones insurreccionales en contra del gobierno usurpador. Este fue agotando su ciclo cuando al llamar a elecciones constituyentes en 1957 un aluvión de votos en blanco de un peronismo proscripto triunfó sobre los votos pertenecientes a los partidos políticos participantes, cubriendo de desprestigio al ya desacreditado gobierno de Aramburu-Rojas y a los mismos partidos políticos.

 Simultáneamente, como fruto del propio proceso de confrontación con la intervención militar y sus aliados del socialismo y el comunismo, fue surgiendo en el sindicalismo peronista una nueva elite sindical que expresada en las “62 Organizaciones” liquidó las pretensiones del gobierno de controlar la C.G.T.

 Estos dos hechos, el fracaso político por el aluvión del voto en blanco y el fracaso sindical al no poder controlar la C.G.T contribuyeron a hundir definitivamente a la llamada Revolución Libertadora.

 Luego se sucedieron gobiernos civiles y militares con un peronismo permanentemente proscripto, por lo que la Resistencia continuó con sus acciones insurreccionales que tuvieron resonancia pública como lo fue la toma del Frigorífico Nacional en la que fue protagonista Sebastián Borro.

 Otro hecho de resonancia fue el asalto a una comisaría del norte santiagueño por un grupo cuyo jefe fue llamado “uturunco” que para los habitantes del norte argentino significa algo así como “hombre tigre”: los uturuncos no hicieron ninguna víctima, redujeron a los policías, se llevaron armas, alimentos, un cajón de vino y la bandera argentina de esa repartición policial.

 También en ese marco de resonancia pública recordamos la sustracción del Museo Histórico Nacional del sable corvo de San Martín efectuado por un grupo de la Resistencia y que posteriormente fuera devuelto al capitán del ejército Eduardo Phillippeaux, de confesada fe peronista.

 También recordamos posteriormente la “Operación Cóndor” realizada por un grupo liderado por Dardo Cabo y Alejandro Giovenco [7], tomó un avión en vuelo con destino a Ushuaia obligando al piloto a aterrizar en Malvinas y dejar ondeando en un mástil una bandera argentina.

 Otras agrupaciones de peso organizativo aportaron a esa Resistencia Civil como el Comando de Organización cuyo jefe fue Brito Lima, acompañado entre otros por los Bebilaqua[8]; otro se denominó “Guardia de Hierro” cuyo líder fue el “gallego” Alejandro Álvarez [9], otro grupo de denominó “Encuadramiento” cuyo oráculo fue Juan Bardoneschi [10], también llamados “los Demetrios” por el nombre de un cuadro importante de esa agrupación llamado Demetrio Tarasi.

 Paralela o simultáneamente funcionó, con la intención de formar cuadros, la llamada Escuela Superior de Conducción Política que funcionaba en una de las casas de Jorge Antonio malograda esa experiencia por el que fuera su Secretario General Pedro Eladio Vázquez, que luego de defenestrado fuera conducida por Hugo Petroff y luego por Héctor Flores.

 Pero promediando la década del 60´ aparecieron otros grupos que venían férreamente organizados, de características singulares: prolija y elegantemente vestidos, con educación media y universitaria, llegaban de sectores sociales antiperonistas, de alguna sacristía con ideales sociales, con un barniz social cristiano, algún despistado nacionalista que hablaba de la lucha de clases y la revolución social, algún iniciado en difusos pensamientos marxistas. Grupo heteróclito, pero de arrogante y avasalladora presencia, discurrían en nombre de Perón y el peronismo: se denominaban “Montoneros” aludiendo a las luchas gauchas del pasado, teniendo algunas ramificaciones en alguna ciudad importante, especialmente en La Plata, con el nombre de “La Tendencia” (la tendencia revolucionaria). Los jefes decían ser la expresión del peronismo pero estaban seducidos por la Cuba de Fidel y las andanzas épicas del “Che” Guevara. No faltaba quien tenía su modelo en la China de Mao. Interpretaban a Perón sin haberlo conocido ni leído su pensamiento expresado en sus alocuciones, discursos, escritos o libros. Leían textos atribuidos al Che y temas en el que desarrollaban las tesis del “foquismo revolucionario”    desconociendo incluso las últimas producciones de Perón, “La fuerza es el derecho de las bestias” o “Del Poder al Exilio, Cómo y Quienes me derrocaron”. Ni que hablar que para ese grupo que tomó protagonismo por su acción violenta militarmente organizada, hablar de solidaridad de clases o la “comunidad organizada” resultaba un idioma incomprensible. Eso sí, enancados en una resistencia de la que era cómplice casi toda la sociedad civil no tenían ningún escrúpulo en el uso de armas de fuego que ejercitaron con una sordidez y pertinacia verdaderamente desusada en las luchas políticas.

 Los que habíamos vivido el peronismo en sus años de esplendor y militábamos en la Resistencia desde sus comienzos, vimos aparecer con estupor estos grupos militarmente organizados que se decían peronistas y se arrogaban la titularidad de la Resistencia. Era inquietante su hostilidad hacia la dirigencia sindical que había sido y seguía siendo una trinchera de la Resistencia.

 Muchos de nosotros vislumbramos desde entonces un desenlace trágico, ya teníamos el prólogo de Ezeiza. No podemos olvidarnos otros desvaríos aunque hayan surgido por buenas intenciones. Como consecuencia de la Encíclica Gaudium et Spes, que ponía el acento en lo social, muchos sacerdotes vieron allanado el camino para un diálogo con el marxismo copiando lo que estaba ocurriendo en esos días en Europa. Es así como surge en 1968 en Medellín la teología y la filosofía de la liberación “latinoamericana”. En Argentina el ensayo tomó cuerpo en un grupo que se conoció con el nombre de “Curas del Tercer Mundo”. Antes que retornara Perón ya ese intento de aporía había fracasado como todo intento que pretende conjugar opuestos. Muchos curas largaron la sotana, otras contrajeron matrimonio y alguno que se resistió a cierto diálogo lo pagó con su vida tal el caso del padre Carlos Mugica. Y acá cabe otra reflexión. No solamente fue Medellín la impulsora de un diálogo entre opuestos sino que en los idealistas con sotana influyó parte del pensamiento de Teilhard de Chardin, importante teólogo católico francés que trató de conciliar la teología con la paleontología. El planteo fue serio pero obligó a formular un dibujo filosófico evolucionista progresista (hacia el Cristocentrismo) que tenía algún símil con el dibujo marxista (evolucionismo dialéctico hacia la libertad absoluta). Lo ecléctico del planteo terminó en  una confusión en las propias filas sacerdotales y algunos idealistas que se ilusionaron con el progreso indefinido sepultado por la misma realidad histórica.

 Perón finalmente volvió, pero fue por la presión de casi toda la sociedad argentina, incluyendo los que habían sido pertinaces antiperonistas.

 El alivio fue fugaz. Los montoneros no acataron el desarme exigido por Perón, por el contrario lo desafiaron. En septiembre de 1973 asesinaron a José I. Rucci, mano derecha de Perón y Secretario General de la C.G.T. Sólo un grupo de Montoneros, que se llamaron “Grupo JP Lealtad” y cuyo referente fue Alfredo Osorio acató las directivas del líder. Fallecido Perón en 1974 sobrevino lo que habíamos vislumbrado: el proceso trágico de los años de plomo. Al final muchos dirigentes montoneros que tenían medios económicos escaparon a Francia (de donde también habían sacado el modelo del mayo francés del 68) y otros a España o Suecia protegidos por la socialdemocracia.

 Algunos de esos dirigentes como el John Bendit francés terminaron después de la aventura revolucionaria, como gerentes y managers de las empresas capitalistas que antes dijeron venían a combatir. Acá trágicamente quedó el sangriento tendal de muchos idealistas que creyeron en sus jefes. Otros también, pagando con la propia vida o la persecución o desalojados de nuestros ámbitos laborales fuimos víctimas de la violencia desatada.

 Limitado por el espacio que ocupan estas simples reflexiones he tratado sintéticamente de describir las diferencias que se registraron en lo que se llamó la Resistencia Peronista.

 Pasaron los años y los distintos procesos políticos; de todas maneras me resisto a aceptar la afirmación de que “no hay más movimientos nacionales”. Por supuesto que el movimiento que nació un 17 de octubre de 1945 con sus características, su entorno interno e internacional y sus protagonistas, es irrepetible: se da una vez y para siempre. Pero sus ideas motoras “la justicia social, la independencia económica, la soberanía política y la identidad cultural fueron ideas fuerzas tan contundentes que permearon todo el espectro del discurso político y sigue siendo el desideratum de cualquier emprendimiento político que pretenda tener éxito.

 

2.- NUESTRO PERTENENCIA DESFIGURADA

 Hoy se ha generalizado la expresión “América Latina” para denominar a nuestra ecúmene que se extiende al sur del río Bravo (Méjico) hasta Tierra del Fuego (Argentina). El término se emplea también en la clase introductoria de historia que ha motivado estas reflexiones. El que escribe estas líneas no acata su uso incondicionalmente dado su origen bastardo y luego ideológico con que ha sido utilizado en sus orígenes y posteriormente por el marxismo y por el imperialismo.

 Efectivamente, Napoleón III en su intento colonialista francés entre 1861-1867 envió a Maximiliano de Austria a la conquista de Méjico. El intento se hizo bajo el pretexto o bajo las banderas del panlatinismo para oponerse al  otro imperialismo sajón. Así nació el término “latinoamericano” para encubrir una acción imperialista francesa aplicada a Méjico y por extensión a todos los pueblos hispanoamericanos. “Los soldados franceses mataban a los mejicanos para salvar a Méjico es Hispanoamérica para la latinite” (Buela A. dixit).[11]

 Entonces el ecumene al sur del río Bravo estaba habitado por españoles, indios, mestizos, criollos y negros: no existía ningún latino pero el término se generalizó con la participación y aplicación de los E.E.U.U, que lo empleó haciendo un uso despectivo y peyorativo del mismo, desprecio que se proyectó y se proyecta a las personas de esa ecumene hispanoamericana.

 Muchos “intelectuales” y “progresistas” ideológicos se vistieron con ese ropaje denominativo de “latinoamericano” para sacarse de encima a la España inquisitorial y leprosaria de la que descendían. Por último, la curia italiana de la Iglesia Católica ingenuamente se prendió al bastardeo y creó el Colegio Pío Latinoamericano para formación de curas procedentes de Hispanoamérica y posteriormente el C.E.L.A.M (Conferencia Episcopal de América Latina). El escamoteo estaba consumado. Ahora está generalizada la denominación América Latina y la tenemos que usar, por lo menos en asuntos políticos socio económicos, pero de ninguna manera en lo cultural, filosófico y ontológico.

 Se podrá decir que Hispanoamérica excluye al mundo lusitano. Equivocado. Portugal fue parte de la provincia romana llamada Hispania (tierra de liebres) y además conformaron la España de Felipe II y Carlos V.

 Pero admitiendo el remilgo exquisito de la supuesta diferenciación, se puede acudir a lo Iberoamericano para referirse a la cultura que pobló nuestra América y no lo Latinoamericano.

 

3.- NUESTROS VERDADEROS GENES NUTRICIOS

 El hecho más importante del Renacimiento es el descubrimiento de América. Dejamos por inconducente el gazapo indigenista que niega tal descubrimiento otorgándole el mérito a los llamados pueblos originarios: pero digamos algo.

 En 1er. lugar porque en América no hay pueblos originarios: somos todos inmigrantes, incluso los indios que proceden del sudeste asiático y que llegan a nuestra América a través del estrecho de Bering o de tierras a través del Pacífico.

 En 2º lugar porque descubrir es HACER PATENTE ante todos algo que era desconocido, es DESTAPAR lo que está cubierto, es DAR A LUZ a lo que está en la sombras, es HALLAR LO IGNORADO o lo oculto y mostrarlo a todo el mundo y eso significó y ocurrió cuando España clavó la cruz en las playas de Guanahani una vez y para siempre.

 En tercer lugar, porque nace con el descubrimiento una nueva cultura, la hispanoamericana o iberoamericana que nos abre a la trascendencia y que es la fusión del llegado con lo indiano: es lo bajo medioeval y lo indoamericano. Pero no es una superposición. Es una integración superadora de los elementos originarios, aunque la fusión integradora reposará sobre los guiones culturales españoles: la religión superadora de los politeísmos sangrientos encontrados, el lenguaje de mayor plasticidad y mayor cantidad de inflexiones idiomáticas y lexicográficas, técnicas de sustentación de más eficacia para el desarrollo civilizatorio, estructuras jurídicas, expresiones estéticas etc, etc.

 Pero en el recién llegado, a su vez, operarán transformaciones: el medio humano y geográfico encontrado, el paisaje, el suelo, el clima (“genius loci”, Buela dixit) [12]producirá una asimilación completa a la naturaleza pletórica que lo rodea identificándose con ella.

 Esa identificación con el medio será un hecho casi inmediato y su arraigo y anclaje será un hecho casi inmediato y definitivo. Así nace lo Hispanoamericano.

 Ortega y Gasset con su sagacidad sociológica advirtió la inmediatez de esta transformación: “Yo he procurado reunir datos sobre los primeros años de las colonias hispanoamericanas con ánimo de fijar cuando se inicio en el hombre viejo metropolitano la conversión en el nuevo hombre colonial y con gran sorpresa voy averiguando que ni siquiera es preciso aguardar a la primera generación nacida ya en el nuevo espacio, sino que el mismo colonizador si permanece unos años tierra adentro sin frecuente contacto con las nuevas promociones de inmigrantes, comienza a las cinco o seis años a ser un ente distinto del que era”. [13]

 En el siglo XVI el proceso de la nueva cultura está en marcha, en el s. XVII ya está consolidado.

 Aquel hispanoamericano, aquellos criollos, no sienten menoscabo por la tierra en que viven, por la lengua que hablan, por la raza a la que pertenecen, por su Dios al que rezan. No significa esto que aquellos criollos estuvieran siempre conforme con su régimen político sino que su lealtad a América es total. Será mucho después que se le planteará a nuestros pueblos con el iluminismo y el liberalismo triunfantes, dudas e inquietudes sobre su civilización y cultura,  pero se estaba lejos entonces del posterior enjuiciamiento equívoco planteado por el slogan : “Civilización o  barbarie” que creará complejos de inferioridad que hoy pone maneas a nuestro desenvolvimiento [14].

 Es por todo ello que podemos afirmar que HISPANOAMÉRICA ingresando a la Historia Universal como unidad política y lingüística y con conciencia de sí misma fue obra exclusiva del Descubrimiento de América.

 Vendrá mucho tiempo después otras inmigraciones recién a fines del siglo XIX, particularmente en Argentina. Italianos, nuevos españoles, franceses eslavos, sirio-libaneses, judíos, etc que enriquecerán nuestra cultura, pero el elemento ordenador será siempre lo “hispanoamericano”.

 

 

DIFICULTADES EN EL PROCESO DE CONTINENTALIZACIÓN

 

 

Si bien es cierto que no es difícil detectar nuestra unidad hispanoamericana o iberoamericana en su base cultural y ontológica, resulta difícil la unidad política socio económica de nuestra ecumene.

 Quizás se deba entre otras cosas, y no descartamos la injerencia del imperialismo, a las desiguales simetrías en materia de desenvolvimiento socio-económico que indudablemente existen en Sudamérica.

 Es por ello que cada nación que ocupa este espacio debe realizar un esfuerzo para ir eliminando esas asimetrías que nos separan.

 El intento de reunificación de nacionalidades debe estar necesariamente precedido de un esfuerzo que tienda a mejorar las condiciones de cada una de ellas.

 Por eso Perón afirmaba “vamos en proceso de continentalización pero nunca olviden que Argentina es el hogar[15].

 Efectivamente: los caminos de la integración cultural socioeconómica-política, sigue los caminos de la inteligencia: se va de lo simple a lo compuesto, de lo particular a lo general, de lo elemental a lo complejo. Primero es necesario tener la humildad de sabernos prosternar frente al yuyo de nuestras pampas, frente al risco de nuestras montañas, frente a las vicisitudes de nuestro pueblo antes de tener la soberbia de abarcar las complejidades cosmológicas universales. Y esto aún en nuestro país no está asegurado. Más aún ha retrocedido con respecto a otras épocas históricas.

 Se siguen proyectando sobre el país fuerzas externas culturales, económicas y políticas y no lo son con fines filantrópicos: siguen existiendo grupos internos no muy grandes pero poderosos que admiten y regentean esa agresión jugando de espaldas al porvenir de Argentina: y está el pueblo, la gente común que se resiste a que le roben su identidad y sus bolsillos.

 Son los tres factores que polialectizan permanentemente  en el tramado de la historia argentina [16] .

 Esas fuerzas externas intentan una globalización patológica y cuenta para ello con dos instrumentos decisivos: la producción del dinero virtual o electrónico,  50 veces superior al comercial con el que se intenta obtener el control de las economías nacionales y la producción de sentido con el control de los mass media internacionales.

 Las instituciones visibles son la Cumbre de Davos (Suiza), la Organización Mundial de Comercio (OMC) (Ginebra), el Fondo Monetario Internacional (F.M.I) entre otros. Con sus expresiones serviles en América como el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) y otras. [17]

 Esta idea de globalización tiene una ideología que transforma la persona en un hombre “Light”, indiferente a los grandes problemas y sin valores absolutos, que vive en permanente frivolidad y relativismo.

 Uno de los recursos es el atiborramiento de imágenes –“homo videns” al decir de Giovanni Sartori- que ahoga las ideas y el juicio crítico por lo que la eliminación de la idea obnubila la formación del concepto y sin concepto se elimina la libertad.

 A los pueblos se los quiere transformar en público consumidor, que los domingos en vez de ir a la Iglesia tenga que ir al Supermercado.

 Se procura la pérdida creciente de las identidades nacionales, borrando toda diferenciación en pos de una homogeneización planetaria que sirva pasivamente a los intereses de los grupos dominantes internacionales.

 Todo este intento apunta al desarraigo nacional y por consiguiente a la desarticulación de Iberoamérica.

 La llegada a lo planetario será posible cuando se aborde lo global desde la propia particularidad y diferenciación.

 De lo precedentemente expuesto creemos que se hace necesario defender y acrecentar nuestra identidad nacional tendiente a conformar una unión iberoamericana para constituir así un espacio geopolítico, económico y humano capaz de convertirse en un polo de regulación a la globalización.

 Deseamos para el futuro una comunión de culturas y no que la nuestra iberoamericana sea el vaciadero de la basura internacional.

 Jorge Oscar Sulé

 


[1] Por el contrario la llamada Revolución Libertadora tuvo sí un claro sentido clasista y oligárquico.

[2] El autor de estas reflexiones conoció personalmente tiempo después a estos militantes.

[3] Enrique Oliva (Francaise Lepot, pseudónimo periodístico), académico del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas,  falleció el día 27 de marzo de 2010.

[4] Quizás el más importante fue el comando de Chile al frente del cual estaba la familia de Florencio Monzón que mantuvo una extensa y dilatada correspondencia con Perón e hizo de intermediario con los grupos constituídos en Buenos Aires. El trabajo más completo sobre la Resistencia Peronista es el de Florencio Monzón (h) “Llegó carta de Perón. Rapsodia de la Resistencia 1955-1959”. Edit. Corregidor 2006.

[5] Los militantes de la resistencia nombrados en este recordatorio fueron conocidos personalmente por el autor de estas reflexiones

[6]

[7] Los militantes de la resistencia nombrados en este recordatorio fueron conocidos personalmente por el autor de estas reflexiones

[8]

[9]

[10]

[11] Buela, Alberto. “Pensamiento de ruptura”, pág. 239. Edit. Theoria 2008

[12] Buela, Alberto. “Ensayos de disenzo”, pág 21. Edit. Theoria 2004

[13] Ortega y Gasset, José: “Intimidades en el espectador” Vol. VIII. Edit. Salvat, 1970.

[14] Sulé, Jorge: “Materiales Históricos para una Sociología Nacional” pág. 19. Edit Eudeba. 1983

[15] Perón, Juan D.: “Proyecto para el Modelo Nacional

[16] Sulé, Jorge “Polémica historiográfico-política. Sulé-Galasso”. Edit. Forjando Ideas 2005

[17] Buela, Alberto: “Ensayos de disenzo”. Edit. Theoria, 2004, pág, 54

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